El castigo es importante en la formación de la personalidad infantil, aunque debe tomarse como último recurso educativo para evitar que pierda efectividad. Mediante el castigo puedes ensennarle que sus acciones tienen consecuencias: si las acciones no son buenas, estas consecuencias tienen que ser desagradables.
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No obstante, no se puede castigar indiscriminadamente. Además de ciertas normas comunes, el castigo debe aplicarse en correspondencia con la gravedad de la falta, pero también de acuerdo a la edad de tu hijo.
Contenido
- 1 Un aparte: el golpe como castigo
- 2 El castigo según la edad
- 3 12
reglas para un castigo efectivo
- 3.1 1) No hagas del castigo un hábito
- 3.2 2) Se castiga en cuanto aparece la falta
- 3.3 3) El castigo debe ser apropiado en tiempo
- 3.4 4) El castigo debe ser proporcional a la falta
- 3.5 5) El castigo debe estar acorde con la edad
- 3.6 6) No castigues a la familia
- 3.7 7) No grites
- 3.8 8) El castigo ha de ser seguro
- 3.9 9) El por qué del castigo tiene que explicarse claramente
- 3.10 10) No premies el comportamiento normal
- 3.11 11) Elogia el buen comportamiento
- 3.12 12) No prestes atención al mal comportamiento
Un aparte: el golpe como castigo
En algunas culturas y durante algún tiempo se administró disciplina a base de castigos físicos o golpes. No obstante, esta práctica ha sido duramente criticada y desaconsejada por los especialistas, pues transmite señales que el niño definitivamente va a malinterpretar.
La primera de ellas es la falsa idea de que está bien golpear cuando estamos enfadados, lo cual tendrá un impacto negativo en su forma de interactuar con otros niños. También es muy difícil medir nuestra fuerza para lograr que el golpe duela sin llegar a provocarle verdaderas lesiones corporales.
Si pegamos, el niño no obedecerá porque ha entendido lo que ha hecho mal, sino por miedo al dolor. La lección que saca entonces no es dejar de hacer algo malo, sino que lo puede hacer mientras no lo sorprendan.
Por último, si tu hijo trata de llamar tu atención con su mal comportamiento y le pegas, habrá logrado su objetivo. En su mente, la “atención negativa” del golpe es mejor que ninguna atención.
El castigo según la edad
Se debe castigar acorde a la edad del niño, de manera que este pueda relacionar al castigo como la consecuencia de su mala acción.
De 0 a 2 años
Durante esta etapa, el castigo apenas cumple función pues los conceptos del bien y el mal carecen de sentido para un bebé que explora el mundo por primera vez. Los más que puede hacerse es utilizar la palabra “NO” y alejarlo del lugar peligroso, o tratar de redirigir su atención hacia otra actividad.
A partir del año puede emplearse como castigo la técnica del “tiempo fuera”: obligarle a pasar cierto tiempo en un sitio sin estímulos o distracciones, explicándole primero en palabras simples que ha hecho mal.
De 3 a 5 años
En esta etapa no solo es necesario castigar: también se debe elogiar cuando el niño lo hace bien. Debes explicarle desde el punto de vista de lo que debe hacer, no lo que le está prohibido. Eso sí: siempre de manera clara y concisa.
Antes de castigar, al niño debe quedarle claro cuál era el comportamiento que se esperaba de él y la razón por la que está siendo castigado. De la misma forma, ante la primera falta hay que explicar las consecuencias que tendrá y si se repite el comportamiento, siempre imponer el castigo prometido.
El “tiempo fuera” sigue siendo el castigo que mejor funciona, durante el cual no se le debe hablar, mirar ni proporcionar ningún tipo de estímulo. Como regla, los expertos sugieren 1 o 2 minutos por año de vida del niño como tiempo de castigo efectivo.
De 6 a 8 años
También funciona bien el “tiempo fuera” durante estas edades. Si se comprometió con él a reprender un comportamiento, sea inflexible y cúmplalo.
Tampoco amenace con castigos irreales del tipo de “si lo vuelves a hacer, no vas a ver televisión en un año”. Desde que lo decimos, tanto nuestros hijos como nosotros mismos sabemos que no vamos a cumplir algo tan severo.
Los castigos desmedidos o fuera de contexto menoscaban tu autoridad. También debes darle alguna vía de escape para que pueda recuperar sus privilegios perdidos: si le dices que no puede salir por un mes, se dará por vencido. Si le dices que debe podar todo el jardín, lo castigarás pero le das una forma de trabajar en sus faltas.
De 9 a 12 años
A la medida que más pidan independencia, debes enseñarles a manejarla con responsabilidad so pena de perder sus privilegios. Ya están en una edad en que entienden bien que cada acto conlleva consecuencias. En esta etapa la retirada de teléfonos, videojuegos y otros electrónicos puede funcionar favorablemente.
Es lógico que desees defenderle de los errores, pero tienen que cometerlos para que comprendan que deben comportarse de forma responsable. Si no hacen sus deberes, sacarán una mala nota, por ejemplo. No les saques las castañas del fuego: las consecuencias de sus errores serán el mejor castigo.
A partir de los 13 años
Ya a esta edad tu hijo debe tener bien establecidos sus criterios de disciplina, y entender que consecuencias traen los malos comportamientos. Pero la disciplina es tan o más importante para un adolescente que para un niño.
Mantén al día sus horarios y las tareas que debe cumplir en el hogar y haz que las acate. Aunque tu hijo pueda negociar un poco con estas actividades, debe saber y respetar que tienes el control de lo que sucede en su vida.
El castigo en estas edades pasa por perder los privilegios, pero con una conversación a fondo de porque está siendo castigado. No obstante, en estas edades es conveniente darles cierto control sobre su comportamiento y decisiones, control que debe cedérsele paulatinamente a todos los aspectos de su vida en la medida que se comporta de la forma correcta.
12 reglas para un castigo efectivo
Sea cual sea el método de castigo que elijas, asegúrate que estas 12 normas se cumplan. Solo así el castigo cumplirá su función educativa.
1) No hagas del castigo un hábito
Debe ser la excepción por una mala acción que necesite corregirse de forma irremediable. Castigo no es sinónimo de educación.
2) Se castiga en cuanto aparece la falta
Si aplazas el castigo, este pierde su función de ser consecuencia inmediata de la falta.
3) El castigo debe ser apropiado en tiempo
No puedes hacer un “tiempo fuera” de un día completo, porque sabes que es demasiado para el niño y roza el límite de la tortura, perdiendo su carácter educativo.
4) El castigo debe ser proporcional a la falta
No te dejes llevar por la severidad y el enfado. Ni impongas en un arranque un castigo tan grande que después, al mantenerlo, deje de ser educativo para ser dictatorial.
5) El castigo debe estar acorde con la edad
No es lo mismo castigar a un menor de 3 años que a un adolescente.
6) No castigues a la familia
El objeto del castigo debe recaer solo en quien cometió la falta. Si cancelas un viaje como castigo, estarás castigando a todos por igual.
7) No grites
Si recurres a los gritos, estás enseñando que está bien gritar. Aplica el castigo con severidad pero con serenidad.
8) El castigo ha de ser seguro
Nunca debe poner en peligro la salud del niño, ni su integridad moral.
9) El por qué del castigo tiene que explicarse claramente
Que el niño entienda que ha hecho mal y como debe obrar en el futuro para no ser castigado.
10) No premies el comportamiento normal
No hay que recompensar a nadie por hacer lo que tiene que hacer. Se recompensan las acciones excepcionales, tal como se castiga lo que está muy mal hecho.
11) Elogia el buen comportamiento
Si después del castigo el niño recapacita y cambia de actitud, se le debe reconocer para reforzar el buen comportamiento.
12) No prestes atención al mal comportamiento
Muchas veces, el niño se porta mal en busca de tu atención. Es más fácil cambiar ese comportamiento negativo ignorándolo que al castigarlo.
Estas son sugerencias generales, debes tener en cuenta que cada niño es único y por tanto debes de adaptar el castigo a lo que mejor funcione acorde con su comportamiento y personalidad. Nadie mejor que tú, conoce a tu hijo.
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