La fiebre en los bebés, en especial si es muy alta, es un síntoma que requiere de atención inmediata. Cuando el bebé tiene pocas semanas de nacido no sólo es un indicador de algún problema de salud, es también peligrosa en sí misma pues puede afectar el sistema nervioso en formación.
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Causas de la fiebre en los bebés
Ante una enfermedad, uno de nuestros mecanismos de defensa es elevar la temperatura corporal para activar el sistema inmune. Por ello, aunque puede deberse a otras causas, uno de los motivos principales por lo que aparece la fiebre es porque el organismo está combatiendo una infección.
Esto es particularmente válido en el caso de los bebés, que aún no tienen su sistema inmune completamente formado y son muy susceptibles a las infecciones. Estas suelen ser simples catarros o resfriados comunes de naturaleza viral, pero detrás de ella pueden también ser la consecuencia de infecciones bacterianas como infecciones del oído, del tracto urinario, meningitis o neumonías. Todas pueden tener repercusiones graves para el pequeñito.
Oras causas de la aparición de fiebre en los bebés son las reacciones a la vacunación, la deshidratación, los golpes de calor o incluso estar abrigado en exceso. También puede ser un signo de que el bebé está sufriendo una enfermedad autoinmune, en cuyo caso la fiebre dura más de lo normal y es cíclica.
Si la temperatura corporal supera los 37 grados centígrados, pero no excede los 38, se habla de febrícula. Por encima de ese valor, es propiamente fiebre, pero no es motivo de alarma si no supera los 40 grados, tras lo cual ha de tratarse como una urgencia médica.
Signos de que el bebé tiene fiebre
Aunque al tacto el bebé no parezca tener una temperatura más alta de lo normal, hay otros signos que anuncian la presencia de la fiebre en los bebés. Estos son:
- Duerme mal
- No quiere alimentarse (inapetencia)
- No quiere jugar
- Se muestra malhumorado y molesto
- Está menos activo o letárgico
Ante la sospecha de fiebre, se debe comprobar la temperatura corporal del bebé para salir de dudas. Se recomienda emplear para ello termómetros digitales y nunca de mercurio, por el peligro que encierra que el instrumento pueda romperse y causar un envenenamiento con este metal, ya sea por ingestión o contacto con las mucosas.
Para tomar la temperatura de un bebé se pueden emplear varias vías: oral, axilar, frontal y rectal, siendo esta última la más precisa. Actualmente los termómetros digitales en la frente es muy empleado. Como es lógico, las dos primeras presentan la dificultad que el bebé no cooperará en la toma de la temperatura.
En la toma de la temperatura rectal, debe procederse siguiendo los pasos adecuados:
- Limpiar el termómetro con agua y jabón o alcohol isopropílico.
- Poner al bebé boca abajo, o boca arriba sosteniendo las piernas dobladas hacia el pecho.
- Aplicar vaselina en el bulbo del termómetro.
- Insertarlo suavemente en el recto del bebé.
- Esperar por unos dos minutos o hasta que el termómetro digital señale que ha tomado la medición.
- Retirar el termómetro con suavidad y proceder a la lectura.
Si el termómetro está en escala de grados Fahrenheit, la medición ha de estar entre los 97 a 100,3 (36.1- 37.94 grados Celsius). Por encima de ese valor ya hablamos de fiebre en los bebés.
Si la temperatura se toma por la axila, debe tenerse en cuenta que en esta zona el valor será algo menor: una lectura de 37,5 grados Celsius ya indica fiebre.
¿Cuándo acudir a un pediatra?
Si un bebé excede los 38 grados Celsius de temperatura rectal y tiene menos de tres meses de edad, debe procurarse atención médica de inmediato. Puede que la fiebre en sí no sea peligrosa, pero está anunciando un proceso infeccioso en curso que ha de ser atajado lo más pronto posible.
Aunque el niño sea mayor, también debe buscarse con urgencia la opinión de un especialista si:
- Aparece en su piel sarpullido
- El bebé está letárgico y no responde a los estímulos
- Está muy irritable y es difícil calmarle
- Está pálido o de color azulado, con las mejillas muy sonrosadas
- Le cuesta respirar o comer
- Tiene signos de deshidratación (no orina, la boca está seca y llora sin lágrimas)
- La fiebre dura más de 5 días
A los propios facultativos les resulta difícil dilucidar si la causa de la fiebre es una infección viral benigna u otro problema más serio. Por ello, pueden indicar en dependencia de otros síntomas una amplia batería de pruebas de laboratorio que incluyen análisis de sangre u orina, radiografía de tórax o incluso una punción lumbar.
No obstante, la mayoría de las fiebres en los bebés se deben a infecciones virales que desaparecen por sí mismas y solo necesitan hidratación y tratamiento de los síntomas.
Convulsiones febriles en bebés
En raras ocasiones, la temperatura corporal del bebé puede aumentar de forma muy repentina y provocar convulsiones febriles. Durante estos ataques espasmódicos su cuerpo puede agitarse o contraerse de forma parcial o total, y los ojos pueden ponerse en blanco.
Estos episodios son realmente alarmantes para los padres, pero no duran más que unos pocos minutos, tras lo cual el bebé luce desorientado. Sin alarmismos, pero con premura, se debe trasladar al niño a urgencias para que sea valorado por un especialista.
Tratando en casa la fiebre en los bebés
Si el bebé es mayor de tres meses, puede intentarse controlar su temperatura en casa, sin acudir aún al hospital:
- Administrar bastante líquido (agua, fórmula, leche materna o solución de electrolitos). Esto no sólo impide la deshidratación, sino que ayuda a combatir las infecciones.
- Bañarlo con agua tibia.
- Vestirlo con una capa de ropa más ligera.
En caso de que el bebé tenga más de 6 meses de edad y el médico lo autorice, se puede tratar la fiebre con medicamentos en formulación infantil como el acetaminofén o el ibuprofeno. Nunca se le debe administrar formulaciones que contengan aspirina (puede causar síndrome de Reye) ni medicamentos concebidos para adultos.
Si se va a tratar la fiebre en los bebés con medicamentos, estos siempre han de ser autorizados por el médico y administrados siguiendo las indicaciones del prospecto acompañante.
Tampoco se recomienda llevar al bebé a la guardería si tiene fiebre. No solo es más fácil controlar su temperatura en casa, sino que también así se evita contagiar a otros niños con la posible infección que tenga.
Ante cualquier duda, la mejor solución es ponerse en contacto con su pediatra para que él evalúe la pertinencia de llevarlo al hospital.
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