Sueño y desarrollo infantil, ¿cómo se relacionan?

Numerosos estudios demuestran que una duración del sueño adecuada para cada etapa del desarrollo infantil está asociada a un mejor desempeño de niños y jóvenes. Se ha demostrado que un sueño de buena calidad, mejora la atención, el comportamiento, la función cognitiva, el control de las emociones, la salud y el desarrollo de los infantes.

Un recién nacido, ya tiene un modo propio de dormir y de despertarse. Los padres deben crear el clima apropiado para que el bebé establezca su propio ritmo de sueño

El sueño en la etapa infantil lleva implícito que la duración sea la necesaria acorde con la edad y el desarrollo, que exista una regularidad, que tenga buena calidad y hacerlo en los horarios apropiados. Tampoco deben existir dificultades o afecciones relacionadas con el sueño.

¿Qué es el sueño?

El sueño es un estado fisiológico mediante el cual nuestro organismo es capaz de regularse mientras obtiene el necesario reposo. Se caracteriza por presentar bajos niveles de actividad fisiológica y por una respuesta menor frente a los estímulos externos que la que ocurre durante los estados de vigilia. La palabra sueño designa, tanto el acto fisiológico, al deseo de hacerlo, así como a las manifestaciones mentales de imágenes, sonidos y sensaciones que sobrevienen al individuo mientras duerme

Es una necesidad biológica. El sueño es tan importante como comer, beber, respirar o realizar cualquier actividad que sea imprescindible para nuestra salud y nuestra propia vida. Privados de sueño o si el mismo no se realiza adecuadamente, los seres humanos perdemos buena parte de nuestra efectividad para llevar a cabo cualquier tarea.  Es una actividad fundamental para nuestro sistema nervioso y por tanto ayuda a mantener nuestra salud mental, física y emocional.

Etapas del sueño

El sueño en el adulto se divide en dos etapas fundamentales y comúnmente llamadas por sus siglas en inglés:

  • NREM (No rapid eye movements)
  • REM (Rapid eye movements)

La fase NREM es aquella donde el sueño es aun ligero. En esta fase ocurre la transición de la vigilia al sueño y durante la misma el movimiento ocular es muy pausado. Está caracterizada por cuatro fases fundamentales: somnolencia, sueño ligero, sueño profundo y sueño muy profundo el individuo va pasando a un estado de sueño profundo.

En la fase REM el individuo pasa a la fase del sueño durante la cual se presenta con mayor frecuencia e intensidad las llamadas ensoñaciones o sueños. Es en la fase REM cuando los ojos se mueven rápidamente y la actividad cerebral se asemeja a la del estado de vigilia.

Estas fases se alternan entre 4 y 6 veces durante el sueño. El niño debe llegar a esas fases y por eso pasa por una fase de cambios hasta llegar ahí.

Es muy importante que se respete el ritmo del sueño infantil para favorecer el descanso de los más pequeños

Características del sueño infantil

Este proceso de cambios comienza desde la vida intrauterina, ya a partir de la 30 semana de gestación  se inicia en el feto la organización de los ciclos de sueño vigilia. Se produce el sueño tranquilo similar a la fase NREM del adulto y el sueño activo que podría ser relacionado con la fase REM del adulto.

Sueño activo

Se produce cuando el neonato duerme, se presentan movimientos oculares rápidos, la respiración y la frecuencia cardíaca se tornan irregulares. Hay laxitud muscular y contracciones musculares bruscas, esporádicas y breves mientras el bebé duerme. Se pueden producir expresiones en el rostro y es absolutamente normal.

Sueño tranquilo

Por lo general 40 minutos después del sueño activo se origina el sueño tranquilo. El mismo se caracteriza porque no hay movimientos oculares rápidos, la respiración es regular y no se producen movimientos faciales y corporales.

Se estima que a las 33 semanas de gestación el sueño activo va disminuyendo y aumentando el sueño tranquilo. En ese momento el sueño activo se corresponde con el 80% del total y el recién nacido solo alcanza el 60%.

Tan pronto como a los tres meses de vida inician con la fase de sueño tranquilo, en lugar del sueño activo. A partir de ahí el sueño REM representa el 33% y el 25% en la adolescencia.

¿Cuantas horas debería dormir tu hijo?

A finales del año 2016,  un panel de expertos en investigaciones y medicina del sueño, llego a criterios de consenso sobre las horas que diariamente deben dormir los bebes, niños y jóvenes desde los 0 hasta los 18 años de edad. En las recomendaciones de la American Academy of Sleep Medicine  se establece el tiempo que deben dormir los niños de acuerdo a su edad. Un resumen se encuentra en la Tabla siguiente.

Horas de sueño acorde con la edad del niño o el joven*

Edad

Horas de sueño

4 a 12 meses

12 a 16

1 a 2 años

11 a 14

3 a 5 años

10 a 13

6 a 12 años

9 a 12

13 a 18 años

8 a 10

 

* Datos tomados del Consensus Statement of the American Academy of Sleep Medicine (En el tiempo total están incluidas las siestas)

El sueño en las diferentes etapas del desarrollo infantil

Como se desprende de la información anterior las necesidades de sueño varían según la edad. Aquí destacamos los datos de mayor relevancia.

Recién nacido y primer año

En la etapa de recién nacido, el sueño del lactante se caracteriza por una presencia del sueño REM que alcanza aproximadamente el 50 por ciento de todos los momentos de sueño que experimenta el niño. Los recién nacidos y los bebés de menos de cuatro meses dedican al sueño entre 16 y 18 horas.

A esta edad el sueño es fragmentado porque además son más frecuentes las tomas de leche.

Durante la etapa de lactancia los periodos de sueño y de vigila se alternan. Cuando llega a los seis meses la mayoría de los bebés ya tienen la posibilidad de dormir seis a 12 horas seguidas. En la medida que el niño crece los períodos de vigilia van aumentando progresivamente hasta llegar a ser mucho más prolongados.

Poco a poco se consolida el sueño de la noche y la proporción de sueño REM desciende entre un 25 y un 30 por ciento, proporción que luego se mantendrá durante toda nuestra vida adulta. Alrededor de su primer año de vida ya los bebés tienen la posibilidad de dormir la noche entera.

1 y 3 años de edad

Entre 1 y 3 años de edad, el niño ya sólo necesita dormir una siesta, adicionalmente al periodo de sueño nocturno, y los estados crecientes de vigilia se adecuan a un nuevo ritmo circadiano.

4 o los 5 años

A partir de los 4 o los 5 años y hasta la adolescencia los niños son hipervigilantes, pues en esta etapa ya no necesitan dormir siesta y su sueño nocturno alcanza hasta 10 horas y está bien estructurado. En el caso de los individuos jóvenes, en ocasiones reaparece en muchos casos la necesidad fisiológica de dormir una siesta a mitad del día.

Después de los 5 y hasta los 10

Ya en esta edad la mayoría de los niños pueden dormir la noche entera y no necesitan dormir una siesta.

Los adolescentes necesitan dormir las horas suficientes para que no se afecte su rendimiento escolar

Adolescencia

La  American Academy of Pediatrics  considera que las horas de sueño en los adolescentes es muy baja y lo consideran como un problema serio de salud y seguridad pública. Ellos necesitan dormir entre 8 y 9 horas diariamente. En los adolescentes la falta de sueño  puede conducir a la depresión y hasta puede conducir a valorar el suicidio.

¿Por qué es importante el sueño en el desarrollo infantil?

El sueño representa una función vital e imprescindible del ser humano. Sencillamente no podemos vivir sin dormir. Para nuestro organismo, el sueño tiene una función restauradora, complementaria y vital para asegurar la vigilia, pues en situaciones en las que existe privación del sueño o este no ha alcanzado los parámetros indispensables, la vigilia se afecta sin remedio.

Está estudiado que, durante el estado de sueño, el sistema linfático, se activa 10 veces más que lo que en estado de vigilia. Está igualmente demostrado que el sueño está relacionado con la memoria y que la misma se puede ver afectada por la falta de sueño.

Los especialistas afirman que para los menores de todas las edades, los beneficios de un buen y prolongado sueño incluyen mejor atención, un comportamiento más estable, mejora en el aprendizaje, la memoria, la regulación emocional, calidad de vida y mejoría en la salud física y mental.

Los problemas del sueño de su hijo no solo lo afecta a él, repercuten negativamente en el ambiente familiar, en la calidad de vida de los padres y causa irritabilidad, mal carácter y molestias en la vida de la pareja.

Síntomas más comunes de desórdenes del sueño

Para los padres aprender a reconocer los síntomas de los desórdenes del sueño es importante porque como explicamos anteriormente pueden asociarse a problemas de salud y de comportamiento. Entre los síntomas más comunes que le podrían indicar un trastorno del sueño se encuentran:

  • Ronquidos
  • Dificultades para conciliar el sueño
  • Irritabilidad y cambios de humor
  • Respiración interrumpida
  • Hiperactividad
  • Somnolencia
  • Orinarse en la cama o
  • Deterioro de su rendimiento escolar y en su capacidad de concentración
  • Pesadillas, temores y despertarse sobresaltado
  • Antecedentes familiares de desórdenes del sueño
  • Congestión nasal crónica
  • Inadecuada rutina a la hora de dormir
  • Estrés en la escuela, en el hogar y postraumático
  • La ingestión de algunos medicamentos

¿Cuáles son los trastornos del sueño más frecuentes?

Hay veces que popularmente se piensa que los trastornos del sueño son de personas adultas o de los ancianos, pero es un problema que se puede presentar en todas las etapas de la vida. De hecho se estima que en España y en el mundo el 25% de niños y jóvenes con edades inferiores a los 18 años presentan alteraciones en el sueño.

Las enfermedades, trastornos del sueño o desórdenes del sueño como también se les denomina, son un grupo de padecimientos relacionados con el sueño y que afectan el desarrollo normal en el individuo del ciclo sueño vigilia. Estas afectaciones se pueden producir de manera directa o indirecta, pero en todo caso significan un problema serio para la salud de la persona que los padece, e incluso, en casos graves, pueden llegar a interferir en el normal desarrollo de su vida.

Entre las enfermedades o trastornos del sueño podemos mencionar las siguientes:

  • Apnea del sueño
  • Enuresis
  • Insomnio
  • Síndrome de piernas inquietas
  • Terrores nocturnos
  • Sonambulismo
  • Narcolepsia
Hay numerosas enfermedades asociadas con los trastornos del sueño que deben ser atendidas para favorecer el desarrollo de los infantes

La apnea del sueño

Es un trastorno respiratorio que se producen durante el sueño y que afecta fundamentalmente a la población adulta. También se le conoce como síndrome de hipersomnia y respiración periódica (SHRP) y cuando está asociado a la obesidad se le denomina síndrome de Pickwick. Esta apnea se produce debido a episodios repetitivos de obstrucción o colapso de la vía aérea superior, lo que ocurre mientras el niño duerme.

La enuresis

Es la pérdida involuntaria de orina que sucede mientras el niño o el joven duerme. Es una enfermedad que ocurre fundamentalmente en niños y que trae aparejadas numerosas complicaciones físicas y emocionales, tanto para el niño como para su familia. La enuresis puede incluso requerir de un tratamiento activo que consista en el uso de una medicación apropiada para modificar el ánimo del niño, así como la dilatación de la vejiga, lo que está relacionado con su capacidad de contención. También existen una serie de prácticas, orientadas a desarrollar ciertas conductas que previenen la enuresis nocturna.

El insomnio

Quizás el más común de los trastornos del sueño y puede afectar igualmente a la población infantil. Todos hemos sufrido de algún episodio de insomnio alguna vez, pero cuando este se torna habitual ha de considerarse como una enfermedad y puede interferir con el normal funcionamiento físico, psicológico y emocional de quien lo padece. Aunque el insomnio suele concebirse simplemente como una dificultad para quedarse dormido, en realidad puede tomar varias formas, entre las que cabría destacar: insomnio inicial, intermedio o terminal.

Síndrome de piernas inquietas

Por su parte, en el caso del síndrome de piernas inquietas, la característica fundamental que se observa en estos pacientes es la necesidad de mover las piernas o echar andar justo cuando es tiempo de un dormir o descansar. Los pacientes refieren que sienten una serie de incontrolables sensaciones corporales que los impulsan a moverse e incluso levantarse de la cama.

Los terrores nocturnos

Son un trastorno del sueño que se caracteriza por producir un miedo extremo que puede llegar a generar un estado de inhabilidad para recuperar la consciencia y en el cual la persona que lo padece no tiene control de sus movimientos.

Los terrores nocturnos son habituales en niños pequeños durante las primeras horas de sueño. Por general el niño se manifiesta por medio de gritos súbitos y un despertar con sudoraciones, taquicardia e hiperventilación. Estos pacientes pueden ser difíciles de despertar y casi nunca recuerdan lo sucedido al despertar al día siguiente. Estos terrores no deben confundirse con las pesadillas, pues no se trata de una ensoñación sino de un problema para despertar.

El terror nocturno normalmente se presenta en niños de 3 a 12 años y se estima que hasta un 6 por ciento de los niños experimentan alguna vez esta afección. El trastorno generalmente desaparece con la llegada de la adolescencia. En los niños menores de tres años de edad, la frecuencia de estos terrores nocturnos llega a ser de un episodio semanal y entre los que tienen una edad superior disminuyen a uno o dos por mes. Cuando nuestros hijos experimentan terrores nocturnos pueden ser ayudados mediante una evaluación pediátrica, la que puede ser capaz de excluir otros posibles trastornos asociados a este tipo de manifestación.

¿Qué se debe hacer ante los terrores nocturnos?

Se piensa que los terrores nocturnos se originan a partir de una fatiga crónica, en tales casos, es conveniente que se creen hábitos de sueño mediante la creación de un horario fijo, lo que puede contribuir a que el niño disfrute de un sueño verdaderamente reparador.

Si estos terrores nocturnos ya son crónicos, el paciente deberá ser despertado justo antes del momento en que suelen producirse los terrores y con el objetivo de interrumpir el ciclo del sueño.

En todo caso la psicoterapia o la medicación, en casos extremos, pueden ser útiles. En el caso de esta última se pueden utilizar medicamentos, que se logran reducir los terrores nocturnos. Sin embargo, en niños, se recomienda solo en casos muy específicos pues nunca es aconsejable el uso de fármacos en infantes si estas pueden evitarse.

Sonambulismo

Es un trastorno del sueño clasificado como parasomnia y los que lo padecen desarrollan actividades motoras automáticas. Un sonámbulo puede salir de la cama, caminar o salir de su casa, de manera inconsciente. Es difícil despertarlos, pero esto no implica ninguna clase de peligro.

Una persona sonámbula puede tener los ojos abiertos, pero su percepción esta alterada y puede creer que se encuentra en un sitio completamente diferente del que en realidad esta. Se conoce que pueden volver a la cama por voluntad propia y que a menudo no recuerdan haberse levantado en la noche. El sonambulismo es frecuente en niños y adolescentes, pero su causa es desconocida y no existe ningún tratamiento eficaz para resolverlo.

Narcolepsia

Es un trastorno neurológico que tiene poca incidencia en la población, pues el número de casos que la padecen es realmente bajo.  La narcolepsia se caracteriza por una somnolencia irresistible durante el día y puede estar acompañada de otras manifestaciones. Por su propio carácter, resulta un obstáculo para el buen desenvolvimiento social de aquellos que la padecen y puede ser tratada con estimulantes, como el metilfenidato un fármaco por excelencia.

Conforme el bebé va creciendo, lo normal es que los sueños REM vayan disminuyendo y que los NO REM vayan aumentando

¿Qué debo hacer si sospecho que mi hijo tiene dificultades en el sueño?

Si su hijo no duerme las horas recomendadas y tiene además síntomas como los descritos previamente, es muy probable que esté padeciendo de un trastorno del sueño. Lo primero que debía hacer es:

  • Revisar la rutina que sigue a la hora de acostar a su hijo, proporcionándole un ambiente cálido y tranquilo y por otra buscando actividades de relajación. Mantenerlo alejado de los electrónicos al menos media hora antes de acostarlo.
  • Registre los hechos más llamativos de su comportamiento diario y cómo influyen en su conducta ante el sueño.
  • Consulte con su pediatra la situación particular de los síntomas de su pequeño y como efectuar el diagnóstico de su afectación. En ocasiones requiere que sean efectuados otros exámenes complementarios para llegar a la causa y así determinar si los trastornos obedecen a una situación médica subyacente o a problemas de conducta.

¿Existen tratamientos para los trastornos del sueño?

Las opciones de tratamiento dependerán del diagnóstico que se efectúe de las causas que determinan los problemas relacionados con el sueño. En ocasiones bastará con recomendaciones de cómo manejar los cambios pertinentes en la rutina relacionada con la hora de acostarse. En otras puede requerir soluciones hasta quirúrgicas. Los tratamientos para los trastornos del sueño en pediatría tienen dos pilares básicos:

  • Hábitos saludables de sueño
  • Tratamiento específico de acuerdo a la afección detectada, la que puede incluir tratamientos quirúrgicos y medicamentosos

En general en los trastornos del sueño en los niños y jóvenes responden muy favorablemente a las medidas de higiene del sueño y a las terapias cognitivo-conductuales.

Desde la más temprana edad, es conveniente establecer horarios, la lectura es un buen hábito previo a ir a la cama

Hábitos saludables de sueño

Las medidas relacionadas con la higiene del sueño son las que más efectivas se consideran en los trastornos del sueño en la etapa infantil. La American Academy of Sleep Medicine (AASM) y la Academia Americana de Pediatría recomiendan a los padres a la creación de hábitos de sueños saludables. Entre ellos se destacan:

Haga del tiempo de sueño una prioridad en la familia

Dando el ejemplo a sus hijos contribuirá a que comprendan la importancia del sueño en su vida y como afecta la salud. Debe tener la misma prioridad que la alimentación saludable o el ejercicio regular.

Mantenga una rutina regular

Desde pequeños se deben de acostumbrar a los niños a una rutina diaria de horarios de alimentación, siesta, higiene y sueño. Una rutina recomendable es cepillado de dientes, lectura y acostarse.

Manténgase activo durante el día

Mantener una actividad física durante el día ayudará a un mejor descanso, evitar el sedentarismo.

Una hora antes de acostarse no pantallas

Ni teléfonos, ni televisores, ni computadoras, ni ningún otro dispositivo electrónico, es tiempo de relajación y prepararse para acostarse y dormir plácidamente.

Crear un ambiente que favorezca la comodidad y el descanso

Iluminación, temperatura, comodidad de la cama y del entorno deben favorecer el descanso y la relajación. Pocos juguetes en la cama o la cuna solo aquel que más aprecie.

Alimentación y sueño

No comience la introducción de los alimentos sólidos hasta después de los 6 meses y no permita que sy hijo se acostumbre a dormirse con biberones en la cuna, solo agua.

Dormir también es un alimento para el cuerpo del niño, repercute en sus habilidades emocionales

Terapias específicas relacionadas con el diagnóstico

Si se concluye que los problemas relacionados con el sueño tienen su origen por la presencia de adenoides, una recomendación podría ser su extirpación. Otros niños podrían requerir la evaluación por parte de un alergista o un dentista. Hay casos de apnea del sueño y ronquidos que requieren el uso de una máquina de ventilación de  presión positiva.

Pueden existir una serie de factores psicológicos relacionados con trauma, estrés, presiones y otras que pueden demandar una terapia cognitivo conductual. Cada caso es único no se pueden establecer normas.

En ocasiones se requiere el tratamiento farmacológico, en estos casos será necesario efectuar un análisis muy cuidadoso que ponga en una balanza los beneficios y los posibles riesgos. Siempre esta es la última alternativa después de agotadas las medidas no farmacológicas.