Los niños tienden a tener tos con mocos con bastante frecuencia, que en ocasiones se acompaña de fiebre. Esto no significa precisamente que los padres deban alarmarse: estos síntomas son una especie de defensa contra los virus que afectan a los pequeños en las guarderías, escuelas y lugares públicos donde juegan e intercambian con otros niños.
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No obstante, esta afección es muy molesta e impide que el niño duerma bien y en ocasiones también afecta el apetito. Esto se considera normal siempre y cuando no se prolongue por más de unos cuatro días. Luego de este período de tiempo, si se mantiene la tos con mocos es recomendable llevarlo a la consulta del pediatra.
¿Cuándo aparece la tos con mocos y qué la causa?
Cuando los niños tienen tos con mocos (también llamada tos productiva), generalmente antes tuvieron tos seca. Una de las causas más comunes para que esto ocurra es una infección viral o bacteriana, acompañada de un sistema inmunológico debilitado.
También aparece cuando el niño es sometido a cambios bruscos de temperatura, o cuando comienza el periodo lluvioso. Es muy frecuente con las condiciones climatológicas típicas del otoño y el invierno. Surgen entonces la tos, el moqueo, los dolores en la garganta, la fiebre y, por supuesto, la preocupación de los padres. El niño está resfriado.
Corremos entonces a abrigar a nuestros hijos, pero los virus y las bacterias se desarrollan con mayor facilidad en ambientes cálidos. En verano van menos abrigados y se enferman menos que en otoño o invierno: está claro que hay que protegerlos del frío, pero sin exagerar. Lo mejor para evitar los resfríos es que los niños se mantengan es espacios ventilados.
¿La tos con mocos es buena?
Cuando los niños tienen tos con abundante moco, no es necesario acudir a todo tipo de remedios. Esta suele quitársele por sí sola en unos tres o cuatro días. De hecho, es preferible esta forma de tos que la seca: la tos acompañada con mocos o expectoración es favorable.
Estas mucosidades actúan como un sistema protector del tracto respiratorio, lo que permite que el organismo se prepare para enfrentar infecciones y agentes externos. El moco se convierte así en una barrera física defensiva, al volverse más viscoso y disminuir su elasticidad.
No obstante, cuando existe demasiada mucosidad en las vías respiratorias estas se obstruyen y dificultan la respiración. El organismo activa entonces la tos como mecanismo de defensa, para eliminar el exceso de mocos. Este reflejo ayuda también a expulsar agentes patógenos de las vías respiratorias a través de la expectoración.
Es importante dejar que este proceso ocurra de una manera natural. No se le debe suministrar ningún tipo de medicamento al niño sin antes consultar al médico. Lejos de lograr que la mucosidad fluya hacia afuera, podría provocarse una mayor consistencia en los mocos y una mayor obstrucción en las vías respiratorias.
¿Qué podemos hacer para aliviar la tos con mocos?
La mayoría de los niños en edad escolar o menores de tres años tienen períodos de tos con mocos sin que eso comprometa su salud. No es necesario darle antibióticos, salvo que le sean indicados por el médico. Por regla general, las infecciones de las vías respiratorias son virales. Estas se curan por si solas, sin tratamiento alguno. Solo son necesarios algunos métodos paliativos para controlar que la tos no sea tan frecuente que pueda dañar las mucosas por el esfuerzo.
Una forma efectiva de aliviar los mocos es aplicar gotitas de suero fisiológico al niño en las vías respiratorias. Concretamente, al aplicarlas con un gotero por la nariz estamos humectando la mucosidad y facilitando su expulsión.
El mejor remedio es sin dudas hacer que el niño tome abundante líquido (agua o jugos) para que la mucosidad se vuelva más fluida y fácil de expulsar. En el caso que la tos sea muy seca, puede utilizarse algún jarabe expectorante infantil de venta libre como mucolítico, siempre en niños mayores de 6 años y previa consulta con su médico. Los mejores son aquellos elaborados a base de plantas medicinales, como el orégano.
Remedios caseros para eliminar los mocos o flemas
Los padres pueden adoptar algunas medidas paliativas que ayudan a aliviar tanto la tos como los mocos.
Los cítricos y en particular la limonada y el jugo de naranja resultan una excelente opción. No solamente mantienen el cuerpo hidratado, sino que como son ricos en vitamina C. Esta resulta ideal para fortalecer el sistema inmunológico y permitir una mejor disposición del organismo para combatir la gripe y los resfriados.
Prepararle sopas o papillas al niño que incluyan cebolla. Las cucharadas de miel son muy beneficiosas, así como las limonadas, el extracto de propóleos y la mandarina. Otro líquido que resultará muy útil es el jugo de berro, siempre y cuando el vegetal sea bien lavado.
Un remedio casero muy común y eficaz son las inhalaciones. Se hacen inhalando vapor de agua hervida con 1 cucharadita de sal y 1 gotita de aceite esencial de eucalipto. Luego de las inhalaciones no se debe variar bruscamente la temperatura del ambiente. Lo mejor es mantenerlo arropadito.
Enséñale desde pequeño que al toser debe escupir o limpiar los mocos con un pañuelo desechable. Estas secreciones no deben aspirarse o tragarse. Acostúmbralo también a beber mucha agua. Esto siempre es saludable, pero que en estas situaciones resulta indispensable para facilitar la salida de las flemas.
¿Cuándo es necesario llevar al niño a consulta?
Si los niños tienen tos con mocos, no es para preocuparse en exceso. Pero en el caso de los bebés hay que prestar atención a la fiebre, si es mayor de 38 grados centígrados. También si presenta ronquera, dificultad para tragar, si la mucosidad y la tos son muy abundantes o si tiene dificultad para respirar.
Cuando la tos con mocos se mantiene por más de cinco días, es necesario evaluar el estado de salud del pequeño. Existen enfermedades con síntomas similares al catarro o resfriado como la bronquitis, bronquiolitis y neumonía. Si la tos persiste, deben realizarse análisis que descarten estas e indicarse un tratamiento a seguir.
También resulta recomendable asistir a consulta cuando la fiebre dura más de tres días sin que exista mejoría alguna. No obstante, ante las dudas, es mejor acudir a urgencias de inmediato.