El día a día está lleno de mil decisiones inmediatas por tomar, un constante bombardeo de estímulos y muchas prisas. Si este ritmo frenético nos llega a afectar a nosotros como adultos, es más traumático para los niños no contar con un entorno tranquilo y sosegado en el hogar.
El ambiente imperante de multitareas y sobre estimulación que impone la vida moderna es muy perjudicial para los pequeños, que no pueden prestar entonces la debida atención a las tareas que realizan. Este estrés es sumamente perjudicial para su desarrollo psicológico y su aprendizaje, por lo que los padres debemos contribuir a que el hogar sea ese lugar de paz y calma, en el que el pequeño pueda conectar con su entorno.
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Lo antes planteado es importante en todas las situaciones, pero en los tiempos actuales donde la pandemia ha aumentado el tiempo en el hogar y la convivencia familiar, cobra aún más importancia. Si a lo anterior se suma el estrés, las preocupaciones y la ansiedad que determina las particularidades de estos tiempos aún se hace más necesario crear un entorno tranquilo y sosegado en el hogar.
Contenido
- 1 El peligro de sobrecargar el día
- 2 Más tiempo libre, más conexión con el entorno
- 3 Creando un entorno tranquilo y sosegado
- 3.1 Conecta con tu hijo para tener un entorno tranquilo y sosegado
- 3.2 Contribución a la dinámica familiar en el entorno tranquilo y sosegado
- 3.3 Eduque con firmeza, pero desde la amabilidad
- 3.4 Ejercicios para la mente
- 3.5 Evitar las prisas
- 3.6 Mantener las normas claras
- 3.7 Que el trato y la comunicación sean positivos
El peligro de sobrecargar el día
En el afán de estimular el aprendizaje de nuestros hijos, en muchas ocasiones les imponemos un número de tareas que no se corresponde a su capacidad real. Muchas de las actividades que a nosotros nos resultan fáciles, rutinarias y mecánicas, para un niño no lo son.
Basta con reflexionar en nuestro pasado y preguntarnos cuales eran nuestras responsabilidades como niños. Lo más seguro es que recordemos con añoranza los dibujos animados en la tarde luego del colegio, las meriendas y los juegos en la calle con los amigos. Pero es probable que te percates que, cuando éramos niños, el tiempo parecía andar más despacio que ahora.
Esta percepción del paso del tiempo va acelerándose en la medida que crecemos, pero la sociedad moderna no nos ayuda a aplicar la misma calma con nuestros hijos. Basta sentarse un momento a pensar sobre la enorme cantidad de tareas escolares dirigidas con que se les sobrecarga, además de las actividades adicionales que, sin darnos cuenta, les imponemos a nuestros hijos.
Más tiempo libre, más conexión con el entorno
De forma inconsciente, estamos trasladando y reflejando sobre nuestros hijos ese estrés que nos causa que el día no tenga más de 24 horas. A sus ojos manifestamos inquietud, que estamos actuando a un ritmo superior a nuestra capacidad y no atendemos a nuestras necesidades y preferencias.
Este exceso de actividades se justifica con la necesidad de que nuestro hijo no se aburra. Pero, en realidad, darle más tiempo para que se concentre en lo que hace, o tratar el aburrimiento como algo negativo es un error.
Cuando un niño en apariencia no está haciendo nada, es el espacio en que despliega su imaginación y su creatividad. No para cumplir la meta de una tarea, sino para hacer y pensar en lo que desean.
Estos elementos son muy importantes en su desarrollo integral. Así que no debe asombrarse si ve a su hijo quieto y relajado, sin hacer absolutamente nada, y si le pregunta le diga “estoy jugando”.
Creando un entorno tranquilo y sosegado
Las prisas y la actividad febril no son el modo adecuado para que se establezca la comunicación entre padres e hijos, que le permiten recuperar esa conexión con el mundo interior del pequeño.
Hablar sobre su día, dar espacio a que aclare alguna duda que le ha surgido e intercambiar experiencias requiere de tiempo y espacio, y no se puede hacer mientras él o usted tiene su atención dividida en otras actividades. Para eso es necesario que el hogar sea un entorno tranquilo y sosegado, dónde la educación se imparta desde el respeto a su tiempo, la calma y la máxima concentración.
Algunos consejos para lograr un entorno tranquilo y sosegado en tu hogar
Conecta con tu hijo para tener un entorno tranquilo y sosegado
Más que tareas que debe cumplimentar por sí mismo, fomenta aquellas que pueden realizarse en familia. Esto garantiza que haya siempre una línea abierta de comunicación, en la que el niño pueda estrechar lazos con las personas que le rodean.
Desde la ayuda —siempre en la medida de sus capacidades— hasta las actividades cotidianas como los juegos de grupo, comer en la mesa familiar o la hora del baño son momentos ideales para mantener una escucha activa sobre sus necesidades y motivaciones.
Contribución a la dinámica familiar en el entorno tranquilo y sosegado
El niño, además de sus actividades escolares, debe aprender a contribuir a las tareas del hogar. Siempre en función de su edad y posibilidades, debe ayudar no desde la imposición, sino desde el convencimiento que su aporte contribuye al buen funcionamiento del hogar.
Esto establece la pauta de la responsabilidad, que si su contribución no se cumple afectará la dinámica en el hogar. Más que castigo, es necesario mayor educación en la relación causa-efecto de sus decisiones.
Si se educa al niño sobre la importancia de su contribución al funcionamiento de la familia en lugar de imponer tareas contra castigos, este adquirirá sentido de pertenencia y una mayor responsabilidad.
Eduque con firmeza, pero desde la amabilidad
Exigir, gritar, pegar o burlarse del niño no es la manera correcta de educar. Por otro lado, ser permisivo, ceder a sus caprichos o hacer lo que a ellos corresponde tampoco es la postura correcta.
Firmeza y amabilidad no son dos términos reñidos. Se puede lograr una conducta responsable y colaborativa cuando el niño interioriza por qué debe hacer las cosas, no desde el maltrato y la imposición.
Ejercicios para la mente
La imaginación y la creatividad son dos características que nuestros niños desarrollan desde muy pequeños, pero eso no quiere decir que no se puedan estimular de forma apropiada.
Actividades como la práctica de ejercicios, el yoga, colorear o escuchar música suave puede inducir a nuestros pequeños a un estado mental más apacible y receptivo. Lo mejor es practicarlos junto a ellos, para beneficiarnos también de sus efectos.
Evitar las prisas
Los niños no perciben la necesidad de correr contra el tiempo, así que imponerles prisas no va a hacer que reaccionen de forma más eficiente.
Considere siempre que un niño no tiene percepción de nuestro ritmo frenético ni de la necesidad de cumplir un horario rígido: se distraen en sus prioridades y no realizan sus tareas dentro de los límites que les imponemos. En su lugar, es mejor darles más margen para realizar sus actividades.
Mantener las normas claras
El niño necesita comprender la razón por la que debe hacer —o no hacer— las cosas, para ir adquiriendo responsabilidad por sus acciones. Esto les ayuda a entender las normas dentro de las que se debe comportar.
Antes de hacer valer normas y límites, asegúrese que su hijo entiende el por qué las establece. De esta forma, también él se siente implicado y parte activa de la dinámica familiar.
Que el trato y la comunicación sean positivos
La paciencia, el respeto a los tiempos del niño, a sus necesidades y al lenguaje que empleamos para comunicarnos con ellos han de ser una prioridad para su crianza.
El “no” de forma agresiva, los gritos, la imposición o el desapego a sus necesidades afectan su desarrollo, a la vez de no construir un entorno tranquilo y sosegado en tu hogar.
La educación, el ambiente familiar, la disciplina desde el ejemplo, los valores compartidos y la comunicación son pilares que debes sembrar desde las primeras etapas de la vida. Un entorno tranquilo y sosegado hará que siempre tus hijos busquen ese refugio para compartir éxitos y recibir el apoyo necesario cuando se enfrente a adversidades. Siempre será su mejor refugio.
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