Uno de los desencadenantes probados del excesivo peso en la niñez y la adolescencia es el consumo desmedido de bebidas azucaradas. La obesidad infantil ha sido señalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los problemas de salud pública más importantes en el presente siglo, dándole el calificativo de epidemia.
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Por la alta prevalencia y las nefastas consecuencias de la obesidad infantil sobre las expectativas y la calidad de vida, es necesario tomar medidas desde el hogar para evitarla a toda costa. Como parte de los hábitos alimentarios que es necesario crear en los niños y jóvenes se encuentra la necesidad de limitar el consumo de bebidas azucaradas.
La obesidad infantil en el siglo XXI
La obesidad infantil se diagnostica como el exceso de grasa corporal visible y cuantificable (a través del Índice de Masa Corporal), no asociada a resistencia a la insulina, en niños y adolescentes de 6 a 16 años.
Esta se debe a un desbalance ente la ingesta de calorías y el gasto energético. Es un trastorno multifactorial que implica factores genéticos, metabólicos, psicosociales y ambientales, y de aparecer en la niñez suele mantenerse en la adolescencia y luego en la adultez.
Se considera que la obesidad infantil ha alcanzado tasas exorbitantes durante los últimos veinte años. No estamos hablando de casos aislados, sino de una tendencia en aumento. De 32 millones de casos en el año 1990, la cifra aumentó a 42 millones de menores con sobrepeso en el 2010. Entre 2000 y 2016, la proporción de niños con sobrepeso de 5 a 19 años aumentó del 10% a casi el 20%. A este ritmo, se estima que para el 2025 los casos de obesidad infantil superarán los 70 millones en todo el mundo. En la actualidad, el 30% de los niños en edad escolar presentan sobrepeso u obesidad.
Entre los factores que la desencadenan se encuentran la mayor disponibilidad de alimentos, unido al sedentarismo que propicia el estilo de vida moderno. Ahora los menores dedican más tiempo a los videojuegos y las redes sociales que al ejercicio, lo que los hace más propensos a padecer sobrepeso y obesidad infantil.
Como consecuencia de esta, se ha comprobado que los niños obesos tienen más riesgo de padecer hipertensión arterial, alteraciones en el funcionamiento del hígado, diabetes tipo II, trastornos osteomusculares, problemas respiratorios como el asma, alta prevalencia de algunos tipos de cáncer y discapacidad.
En el ámbito psicológico, la obesidad provoca una baja autoestima, depresión y aislamiento social. Es una de las causas fundamentales de acoso escolar y de rechazo en el colectivo.
Obesidad infantil en España
España no está exenta de esta verdadera epidemia, siendo el cuarto país europeo con mayor obesidad infantil. Según los últimos datos disponibles del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reflejados en su informe sobre “El estado mundial de la infancia 2019: alimentación y nutrición”, el 34,9% de los menores españoles entre los 8 y 18 años presentan sobrepeso (20,7%) u obesidad (14,2%), ubicándose así entre los países con una de las mayores tasas de obesidad infantil.
La situación antes descrita se agrava porque el 63,6% de niños y adolescentes españoles no cumple con las recomendaciones sugeridas por la OMS sobre actividad física. El resultado es claro los niños son cada vez más gordos, con las consecuentes repercusiones para su salud y bienestar.
Las bebidas azucaradas y su aporte energético
Se le denomina bebidas azucaradas a los refrescos y jugos de néctar con azúcar añadido, las bebidas deportivas y energéticas, las bebidas gaseosas y toda bebida edulcorada con azúcares añadidos de forma artificial. En las bebidas azucaradas se utilizan azúcares simples, lo que facilita la asimilación y absorción rápida de glucosa en el organismo.
Un refresco de 20 onzas incorpora aproximadamente 16 cucharaditas de azúcar al organismo, equivalentes a 250 calorías. Para quemar este aporte se debe caminar cerca de 45 minutos, sin contar el resto de los alimentos que se consumen durante el día. Por otra parte, adicionar un sabor dulce a una bebida limita su capacidad para eliminar la sed.
Los niños y adolescentes son hoy por hoy quienes mayor cantidad de bebidas azucaradas consumen. Es usualmente una falta de responsabilidad de los padres quienes se las proveen, en lugar de animarles a beber agua. Se estima que el 20% de las calorías diarias consumidas por este grupo etario proviene de bebidas azucaradas.
Se ha establecido que los refrescos carbonatados son los que más se consumen en estas edades. Algunas empresas han tomado consciencia de esta situación, pero en la práctica la elaboración de bebidas sin azúcares añadidos solo alcanza el 25 % del volumen total que se produce.
La relación entre las bebidas azucaradas y la obesidad infantil
Existe una relación directa entre el aumento de la incidencia de la obesidad infantil y el consumo de bebidas azucaradas, que ha aumentado a 4 raciones diarias en la actualidad.
Esta cantidad excede por mucho a los requerimientos de azúcar diarios. Según un estudio de la Universidad de Navarra, el consumo de cuatro o más bebidas azucaradas a la semana es capaz de aumentar el riesgo de obesidad infantil en un 246 por ciento. Este mismo ensayo establece que cada bebida extra diaria es capaz de multiplicar por 1,69 el riesgo de obesidad. O sea, cada bebida azucarada diaria representa un incremento relativo del 69%.
Otro estudio de la misma universidad indica que este riesgo se eleva, aunque el resto de la dieta del menor sea balanceado, si existe una alteración de los genes relacionados con la obesidad (PPARG2 y ADRB3).
Esta predilección de los niños y adolescentes por el sabor dulce de las bebidas es estimulado y aprovechado por la industria de las bebidas azucaradas, sino que, además, se fomenta. Un trabajo de la Universidad Oberta de Catalunya, ha establecido que la publicidad agresiva de la industria de las bebidas azucaradas está directamente vinculada al aumento de la obesidad infantil.
Los niños españoles están expuestos a unas 9.000 campañas publicitarias de televisión por año, de las que el 62,7 por ciento giran alrededor de bebidas azucaradas con bajo valor nutricional.
Decirle no al consumo de bebidas azucaradas
A pesar de las advertencias por parte de las autoridades médico-sanitarias, el poder económico que tiene la industria de las bebidas azucaradas y su influencia limitan el alcance de las medidas de protección al sector infantojuvenil.
Es por ello por lo que resulta de vital importancia que sean los padres quienes conozcan de los riesgos para sus hijos de estas bebidas y limiten su consumo, y a su vez eduquen en los mejores hábitos alimentarios saludables.
De igual forma, los profesionales de la salud deben recomendar un estilo de alimentación natural y libre de azúcares añadidos. Deben explicar claramente los riesgos nutricionales a los que se exponen niños y adolescentes por el consumo de bebidas edulcoradas.
No es necesario esperar a que autoridades implementen medidas que controlen la publicidad y venta de bebidas azucaradas. Nosotros estamos en la obligación de evitar el riesgo a nuestros niños y adolescentes de sufrir obesidad infantil.
Podemos empezar a cambiar esta situación ahora mismo, desde el hogar, inculcar desde las edades más tempranas hábitos saludables, hará a tu hijo un protagonista activo de su bienestar actual y futuro.
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