Para los padres, hay numerosos hitos importantes en la vida de un bebé. Pero sin lugar a duda la salida de los dientes es uno de los que más alegría trae… junto a preocupaciones por la salud del niño.
Aunque importante y necesaria, la primera dentición trae consigo molestias y noches sin dormir. No obstante, no se debe considerar la salida de los dientes como una tortura o una enfermedad, sino como un momento de alegría en que nuestro hijo se va preparando mejor para la vida.
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Comienza la salida de los dientes
Durante el primer año de vida del bebé, es normal que aparezcan en su boca hasta ocho dientes temporales. Los primeros son los dos incisivos centrales inferiores, y luego salen los dos centrales superiores, los dos laterales superiores, y, por último, los incisivos laterales inferiores.
Luego del primer año cabe esperarse, por este orden, que salgan los molares de leche en la parte posterior de la boca y para finalizar los caninos superiores. Al cumplir los tres años casi todos los niños ya tienen 20 dientes de leche.
Con la primera dentición, el carácter jovial y alegre de los bebés se transforma. Las primeras piezas brotan entre los 6 y 8 meses, justo cuando la frecuencia con que los niños se enferman aumenta.
Ambos hechos, no obstante, a lo que dice la creencia popular, no están relacionados. Es en esta etapa dónde la protección inmunológica que recibió el pequeño en el útero comienza a desaparecer, reemplazada por su propio sistema inmune.
Así pues, resulta complicado separar la dentición de las enfermedades, y más de una vez los preocupados padres han acudido a la consulta de pediatría para encontrar junto al doctor un dientecito asomándose en la encía.
No obstante, hay un grupo de síntomas que apuntan a que la causa de la intranquilidad del bebé es la salida de los dientes.
Síntomas de la salida de los dientes
Además de estar intranquilo, molesto y ansioso, el bebé se queja mucho y desea los brazos de los padres o cuidadores con mayor frecuencia.
Está irritable y babea continuamente. Tanto, que es posible que por culpa de la saliva desarrolle sarpullido en las mejillas, el mentón o el cuello. Además, trata de morder todo lo que tiene a su alcance para aliviarse, hasta el punto de que las encías se le irritan. Mastican juguetes, paños y otros objetos y se frotan las encías y las mejillas.
Puede que desarrolle además una fiebre leve, aunque no todos los bebés tienen un incremento de temperatura con la dentición.
Aunque muerde constantemente, ahora está menos interesado en los alimentos sólidos que se le acaban de introducir en la dieta. Prefiere la lactancia materna o la fórmula, y puede que la madre perciba algo de dolor cuando le muerde con su nuevo diente.
No obstante, se apacigua cuando mastica paños fríos, el chupete o el anillo de dentición. Aunque a los padres les parece que sufre horribles dolores, de hecho, la primera dentición es menos dolorosa de lo que se piensa[3].
¿ Cuándo pensar en una enfermedad?
No obstante, lo anteriormente descrito también puede ser una enfermedad sí su llanto es inconsolable e interrumpe el sueño. De la misma forma si tiene fiebre alta, lo más seguro es que estemos en presencia de una infección.
Es necesario tener en cuenta que la dentición puede coincidir con una enfermedad. En esta etapa el bebé se lleva las manos y otros objetos a la boca constantemente y esto puede ser desencadenante de una infección.
Si en realidad el bebé está enfermo, su inapetencia será completa, tanto de alimentos sólidos como líquidos. También puede presentar diarrea, secreción nasal, tos o vómitos, síntomas que no se asocian a la dentición y sí a una enfermedad.
Otro síntoma de que el bebé está enfermo es el sarpullido. Puede que el babeo afecte a la zona de la cara, pero si se extiende al torso, las piernas o los brazos es causado por una enfermedad.
Los síntomas que se asocian a la dentición pueden extenderse sólo a unos días antes y después de la salida del diente. Si este no aflora y los síntomas persisten, se hace necesario llevar al menor a la consulta del pediatra.
Algunos consejos para lidiar con la salida de los dientes
Para aliviar a un bebé al que le están saliendo los dientes acompáñele: cuando el bebé llora o siente dolor, es importante para él saber que no está solo y desvalido.
Unas anillas frías, un mordedor e incluso una toallita húmeda salida del refrigerador alivian las encías. No obstante, se debe tener la precaución de ofrecerle objetos que no estén congelados o sean tan pequeños que puedan atragantarle. Tampoco se le debe dar nada que pueda romper al morderlo o que esté sucio.
En el caso de que el bebé ya consuma alimentos sólidos, se le puede dar galletas de dentición o alimentos fríos para calmar su intranquilidad. Si aún no los ha incorporado, la dentición no es el momento adecuado para hacerlo.
Si el bebé está babeando, limpie la saliva con una toallita suave para evitar que la saliva le irrite y salga sarpullido.
También, con las manos bien limpias, se pueden masajear las encías con un dedo o una gasa húmeda. Nunca utilice su propia saliva para esta operación o para limpiar el chupete: nuestra boca está llena de patógenos que pueden ser demasiado para su sistema inmune aún débil.
Tampoco le administre ningún analgésico sin consultar con un pediatra o si el bebé tiene menos de 6 meses. Estos medicamentos no son estrictamente necesarios para la etapa de la dentición, aunque si la está pasando realmente mal se le puede indicar paracetamol o ibuprofeno en formulación infantil por las noches. Jamás le frote las encías con alcohol ni aspirina.
Cuidando la higiene dental desde el primer día
Es importante evitar las caries desde el inicio, así que no endulce el chupete para que el niño se tranquilice.
Aunque los dientes de leche se caen de forma natural, el cariado acelera este proceso dejando huecos entre las piezas. El resto de los dientes de leche restantes tratarán de llenar ese vacío, provocando que la dentadura permanente quede torcida o fuera de lugar.
Es necesario cuidar de sus dientes desde que salen, limpiando las encías con un paño limpio y húmedo o un cepillo de cerdas suaves para lactantes tras cada comida. Los dientes de leche se cepillan con agua y una mínima cantidad de dentífrico con flúor.
Recuerda que de ti depende la higiene dental del bebé, así que es importante tenerla en cuenta desde la salida de los dientes, para que goce de una buena salud en el futuro.
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