Aunque tienden a confundirse, la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche son dos condiciones diferentes. Esta confusión puede traer graves consecuencias, si se le da leche sin lactosa a un niño que es en realidad alérgico a la leche.
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Por ello, es importante desde edades tempranas determinar si tu hijo padece una u otra condición. Solo el diagnóstico específico permitirá determinar como proceder en consecuencia y así evitar problemas de salud.
Las causas que las originan son diferentes, así como las manifestaciones clínicas , pero la conducta a seguir es similiar, pero hay alimentos específicos que pueden ser consumidos por lo intolerantes a la lactosa y no por los que padecen de alergia a las proteínas de la leche.
Contenido
- 1 ¿En qué se diferencian estas condiciones?
- 2 ¿Qué alimentos no son seguros para la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche?
- 3 Algunas excepciones de productos alimenticios tanto para la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche
- 4 Líneas generales para prevenir las alergias e intolerancias
¿En qué se diferencian estas condiciones?
Aunque algunos de los de los síntomas de intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche coinciden, las causas que los originan son diferentes.
Intolerancia a la lactosa
Esta se produce ante la ausencia o déficit de una enzima digestiva denominada lactasa, responsable de procesar la lactosa, un disacárido presente en la leche y otros lácteos. Este hidrato de carbono, al no digerirse correctamente, provoca molestias gástricas, diarrea y gases.
Las personas intolerantes a la lactosa pueden consumir sin problemas productos derivados de la soja o elaborados específicamente para su condición, en los que se ha reducido el contenido de lactosa. En este caso, pese a estar elaborados con leche vacuna, se etiquetan “sin lactosa” para su comercialización.
Alergia a las proteínas de la leche
Además de lactosa, la leche contiene otros nutrientes que incluyen proteínas como la caseína, las lactoglobulinas y la lactoalbúmina. Estas son proteínas y su composición es muy diferente a la de un disacárido como la lactosa.
Aunque la leche de vaca es la que más casos de alergias a las proteínas de la leche reporta, también las de oveja, cabra, búfala y otros mamíferos pueden causar reacciones alérgicas.
En el caso de las alergias a las proteínas de la leche, el organismo reacciona como si estas proteínas fuesen alérgenos o se sustancias extrañas para el sistema inmunológico. Por ello, se desencadenan en el cuerpo la liberación de histamina y una respuesta alérgica. En dependencia de la respuesta individual, la persona puede ser alérgico a alguna proteína de la leche en particular o a una combinación de estas, pero puede procesar la lactosa sin dificultades.
Por ello, un derivado “sin lactosa” no exime al producto de contener otras proteínas de la leche. Estas desencadenan una respuesta alérgica grave, incluso en pequeñas cantidades, que puede poner en peligro la vida de la persona.
Sus síntomas inmediatos, los que se presentan a los pocos minutos o horas de la ingestión incluyen ronchas, vómitos y problemas digestivos. Más tarde pueden aparecer calambres abdominales, cólicos, heces blandas o diarrea con sangre, ojos llorosos y secreciones nasales líquidas.
¿Qué alimentos no son seguros para la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche?
Los productos etiquetados como “sin lactosa” han sido tratados para remover este disacárido, por lo que las personas con intolerancia a la lactosa pueden consumirlos.
Los alérgicos a las proteínas de la leche, no. Estas personas y sus cuidadores deben asegurarse de no ingerir ningún alimento que contenga leche o sus derivados, por lo que deben revisar explícitamente las etiquetas de los productos que van a consumir.
De forma general tanto los que padecen intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche deben evitar:
- La leche y los derivados lácteos, incluyendo yogures, quesos, mantequilla, helados a base de leche y batidos.
- Alimentos que contengan leche o sus derivados: muchos embutidos y otros productos cárnicos, el puré de patata, algunas salsas, las cremas, diversos zumos, los cereales de desayuno y la bollería llevan leche dentro de sus ingredientes y deben eliminarse de la dieta.
Debido a la peligrosidad de la leche tanto para los intolerantes como para los alérgicos a sus proteínas de este producto, las disposiciones internacionales establecen que los productores deben resaltar la palabra “leche” en otro color, en negrita, cursiva, o subrayado dentro de las etiquetas.
Otra medida importante es preguntar los ingredientes incorporados en la preparación de los platillos en restaurantes y establecimientos similares, especificando que hay un riesgo de alergia alimentaria ante las proteínas de la leche o la lactosa.
Algunas excepciones de productos alimenticios tanto para la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche
Bajo supervisión médica, las personas intolerantes a la lactosa pueden ensayar algunos productos lácteos, como los yogures.
En el caso que la etiqueta señale “sin lactosa”, es que el producto contiene una cantidad de este disacárido inferior al 0,01% de lactosa. Si señala “bajo contenido en lactosa”, cabe esperarse una presencia de lactosa residual por debajo del 1%.
Otra aclaración importante se refiere a los productos elaborados con leche de soya. No es lo mismo un producto elaborado exclusivamente con este ingrediente que un producto con base de leche y soya añadida. Debe entenderse bien esta diferencia, pues se han dado casos de reacciones alérgicas muy graves en niños por confundir postres con soya añadida y base de leche con otros que usan exclusivamente la soya en su confección.
Líneas generales para prevenir las alergias e intolerancias
Como tal, el tratamiento primario de la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche es la prevención o sea evitar la leche y los productos derivados de ella.
En la mayoría de los niños la alergia a la leche desaparece al crecer, pero existen excepciones en las cuales deberán seguir evitando las proteínas de la leche.
De haber sufrido una alergia a las proteínas de la leche previa, es recomendable consultar con el médico sobre la pertinencia de portar un inyector de epinefrina de emergencia, para usarse si se perciben los síntomas inmediatos de una alergia alimentaria.
En el caso de la intolerancia a la lactosa la medida anterior no es necesaria, pues no está comprometido el sistema inmune y no hay una respuesta alérgica, solo reacciones locales desagradables pero que no comprometen la vida.
Para los bebés, existen alternativas a la leche que pueden utilizarse para palear ambas condiciones. Estas son las fórmulas hipoalergénicas, ya sean parcial o extensamente hidrolizadas; las llamadas fórmulas elementales, a base de aminoácidos y las fórmulas a base de proteínas de la soja, en lugar de leche. Estas últimas están fortificadas para lograr un aporte nutricional completo en esta etapa tan importante en el crecimiento y desarrollo de un bebé.
En la lactancia materna, cabe señalar que si la madre consume productos lácteos algunas de sus componentes pueden pasar a la leche materna. Si el lactante empieza a desarrollar síntomas de intolerancia a la lactosa o alergia a las proteínas de la leche, la madre debe suspender el consumo hasta después del período de lactancia.
Para conocer más sobre el tema: Bebés y alergia a la leche de vaca: más común de lo que se cree