El debate está sobre la mesa. Nunca mejor dicho. Esta Navidad va a estar marcada por la pandemia y por las medidas sanitarias enfocadas a frenarla y, sobre todo, a no propagar aún más el virus y entrar en lo que se conocería como la tercera ola. Muchas personas temen al mes de enero ya que, después de unas fiestas navideñas atípicas, la incidencia se puede disparar mucho más de lo deseado (y todo lo que sea más de 0, es más que lo deseado), pero también hay quienes afirman que hay que “salvar la Navidad” y que, después del año que llevamos, nos merecemos poder disfrutarlas en familia. Por eso, el límite de las reuniones familiares está trayendo mucha cola.
Hay quienes consideran que no debería haber límite, otros que afirman, orgullosos, en redes sociales que seguirán juntándose 23, como todos los años, mientras que unos cuantos manifiestan que se reunirán solo con convivientes. Pero casi todo el mundo tiene las mismas dudas: ¿qué hacemos con los abuelos? ¿Es sensato reunirse por la tarde con algunos amigos? ¿Deben contar los niños para el límite de las reuniones familiares? Muchos interrogantes sobre la mesa y una Navidad en el aire son los últimos coletazos de un 2020 que, desgraciadamente, nunca olvidaremos.
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La polémica de la Navidad está servida… Y el pavo también
Esta generación no había sufrido una pandemia y, sin embargo, una cifra tan bonita como el 2020 ha sido el responsable de traerla. Parecía algo lejano, casi anecdótico, cuando, a finales del pasado año, las noticias mostraban un extraño virus en la desconocida Wuhan. Un tal Coronavirus empezó a mostrar imágenes de ciudades enteras encerradas en casa y, desde aquí, parecía algo de otro mundo. Pero llegó. Llegó con fuerza y, actualmente, España es uno de los países a los que más ha golpeado esta pandemia. Lo peor, dicen algunos, ya ha pasado, con aquel confinamiento extremo que vivimos en el mes de marzo; para otro, podría llegar a partir del mes de enero de 2021, cuando las consecuencias de tratar de celebrar una Navidad normal muestren sus garras.
Por eso, la población se divide actualmente entre quienes quieren salvar la Navidad a toda costa y quienes prefieren perdérsela este año, para poder seguir celebrando más adelante. Sea como sea, el debate no deja a nadie fuera y todos, de una forma u otra, celebraremos. Pero, ¿quién debería sentarse en nuestra mesa?
¿A quién sentamos en la mesa en Navidad? El límite de las reuniones familiares es más que un número
Entre las medidas que están tomando los gobiernos para tratar de celebrar una Navidad lo más normal posible, pero sin tener que tenerle miedo a lo que vendrá después, incluye reducción de aforos, uso de mascarilla, pruebas diagnósticas masivas y límite de las reuniones familiares. Precisamente este último punto es, posiblemente, el que más controversia está causando. Y es que es imposible poner de acuerdo a toda la población.
Hay quienes ya otros años solían cenar solo con convivientes, mientras que otros están acostumbrados a armar la marimorena… Nunca mejor dicho. Por eso hay tanta variedad de opiniones, pero, en cualquier caso, hay tres tipos de comensales que están causando “polémica” y que más atención están atrayendo en el debate del límite de las reuniones familiares para estas Navidades. Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, también la noche de Reyes y el día de Reyes. Porque no hay que olvidar que el virus no entiende de fechas y que da igual si es un 14 de abril o un 24 de diciembre. Si no tienes cuidado, te puedes contagiar igual.
No convivientes, abuelos y niños: la polémica en el límite de las reuniones familiares
Como te decíamos, la polémica en el límite de las reuniones familiares va más allá de un número y son tres los colectivos que están en el punto de mira. Por una parte, los no convivientes, por motivos obvios. Son de ellos de los que más nos tenemos que proteger SIEMPRE. En cualquier lugar y situación, siempre que nos relacionemos con no convivientes se deben extremar las precauciones. Por tanto, ¿es sensato sentarlos en nuestra mesa?
El segundo colectivo que genera más dudas, por razones super obvias, es el de los abuelos. Ellos son los más vulnerables y los que peor respuesta tienen ante el virus, con consecuencias normalmente peores que las de la población joven. Aquí se cruza la nostalgia de querer pasar estas fechas con ellos, con la prudencia de mantenerlos “a salvo”. Y es que parece que, con los abuelos, cualquier decisión que tomemos estará mal o al menos nos mantendrá preocupados. En cualquier caso, es un asunto que se debería debatir en familia y tomar la mejor decisión, pero, sobre todo, la que sea más segura.
¿Los niños deben contar para el recuento del límite de las reuniones familiares?
El tercer colectivo es de los niños. Lo cierto es que parece que, en esta pandemia, son ellos los menos afectados, ya que el virus no suele contagiarse entre la población infantil y, quienes lo cogen, no cursan la enfermedad con malos resultados. Pero sí son un punto de contagio para los adultos, por lo que no deben quedar exentos de toda decisión. A priori, por tanto, deberían computar igual, sin embargo, una comunidad autónoma ha dejado la duda en el aire.
Galicia ha solicitado que los niños no entren en el recuento del límite de las reuniones familiares y por tanto puedan acudir sin ninguna limitación. Si, por ejemplo, el Gobierno finalmente decreta que se pueden reunir seis personas, podrían acudir seis adultos más los niños que fueran necesarios, en caso de que se aprobara la petición de Galicia. Queda en el aire, y hay opiniones para todos los gustos, ya que es cierto que, aunque los niños no cursen la enfermedad con problemas, sí que pueden ser un foco de contagio y hay que tener en cuenta que, en algunos casos, ellos tienen más vida social que los propios adultos.
Cómo comportarse en la mesa, independientemente del límite de las reuniones familiares
Sean dos, seis o diez personas las que se sienten en la mesa a cenar en Navidad, lo cierto es que también nosotros podemos hacer mucho para tratar de evitar que una reunión agradable se convierta en un problema a futuro. Las medidas, ya las conocemos. Hay que mantener bien ventilado el espacio en el que se vaya a cenar y, a ser posible, evitar poner la calefacción o aire acondicionado, ya que este puede propagar más el virus. Siempre que sea posible, se debería guardar más distancia en la mesa y evitar el alcohol, que puede dar lugar a situaciones más cercanas y despreocupadas.
Por supuesto, se pide encarecidamente que no se den besos ni abrazos. Es difícil, más en fechas como estas y con personas tan cercanas como la propia familia, pero dar un beso a un familiar puede suponer una consecuencia terrible que seguro que quieres evitar a toda costa. En el mismo sentido, también se debe tener cuidado para no compartir comida ni cubiertos o similares que pueden favorecer la propagación del virus. Aunque sea incómodo, usar mascarilla y quitársela solo en el momento de comer es la mejor medida de prevención.
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