Mi hijo no quiere estudiar, ¿y ahora qué hago yo como padre?

Como padres, siempre queremos que nuestros hijos se formen todo lo posible y sean personas educación, con una educación intachable y un bagaje formativo a la altura de lo que hubiésemos querido para nosotros mismos y que tal vez no llegó (o sí). Pero, también como padres, sabemos que los hijos no siempre siguen nuestros pasos ni nuestros consejos y que hay veces en los que tenemos que hacer un alto en el camino para ver qué está sucediendo, hacia dónde va y cómo le podemos ayudar. Es un miedo que puede surgir especialmente si tu hijo no quiere estudiar.

¿Se acaba el mundo si tu hijo no quiere estudiar o es mal estudiante? ¿Qué pasa si le cuesta sacar buenas notas en el Instituto o si decide que no quiere seguir con su formación y prefiere buscar otros caminos? En este artículo vamos a tratar de ayudarte con este tema que puede ser tan polémico y que a veces, como padres, nos cuesta ver la salida porque nos centramos únicamente en que nuestro hijo estudie todo lo posible y consiga el día de mañana un trabajo lo mejor posible, cómodo, bien pagado y que le guste. Y la teoría está muy bien, pero la práctica es muy diferente…

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Si tu hijo no quiere estudiar, lo primero es saber los motivos

Es una pena esto que te vamos a decir, pero hay muchos casos de jóvenes que no quieren estudiar por el sistema educativo que tenemos actualmente. Seamos francos: el colegio y el Instituto tienen unos planes lectivos que no son atractivos para la mayoría de los niños y que puede hacer que se aburran, que no les interese en absoluto y que se piensen que son malos estudiantes, cuando en realidad lo que les falta es motivación y aliciente.

En otros casos, es posible que el adolescente tenga ciertos problemas personales que le estén distrayendo de sus estudios o incluso que se esté dejando llevar por malas influencias. Estos tres casos se pueden solventar y convencer al niño de que en realidad sí quiere estudiar, pero son los estímulos externos los que se están poniendo en su camino.

Pero si el motivo es porque realmente le cuesta mucho o porque no le atrae la idea de estudiar una profesión, tal vez debas plantearle otras opciones y convencerte a ti mismo de que no es ningún drama.

Niños con tabletas

No estudiar no significa que vaya a tener un futuro peor

Párate a fijarte en tu entorno. ¿Cuántas personas conoces que tengan estudios y no ejerzan de ello? Muchas. ¿Y cuántas otras conoces que, sin preparación en su trabajo, actualmente ostenten un puesto en el que están a gusto y está bien remunerado? Seguro que muchas también. Por supuesto, no vamos a demonizar los estudios, ni mucho menos. Al contrario, pensamos que todos los jóvenes deberían estudiar para tener una base en su futuro, pero, lo que queremos decirte es que, si tu hijo no quiere estudiar, no se acaba el mundo.

No significa que vaya a ser un perdido de la vida o que se van a pasar toda su vida explotándole. Obviamente, tendrá menos posibilidades, pero hasta ahí. Hoy en día parece que se ha impuesto tomar una carrera universitaria como única salida imposible y no es así. Así que cero dramas y si después de una charla con tu hijo ves que realmente no quiere estudiar, no le fuerces y trata de comprenderlo y de saber que, al final, por mucho que como adultos nos duela, son ellos quienes deben tener la última palabra sobre su vida.

Más allá de la Universidad

Y te decimos que es importante que te sientes a hablar con ellos porque muchos jóvenes rechazan estudiar simplemente por el hecho de que no se ven yendo a la Universidad, porque les parece muy difícil o porque no quieren pasar tantos años estudiando y prefieren algo más práctico. Si los motivos que te expone son lo suficientemente convincentes, no te cierres a la Universidad como única opción.

Existen muchas profesiones que no se estudian en una facultad y que son igual de validez. Hay formación profesional, módulos, cursos de especialización, incluso prácticas que pueden hacer y prepararle para un futuro y que no necesitan de un Rectorado detrás. Por eso, lo más importante es saber qué quiere ser tu hijo el día de mañana y cómo puede llegar hasta ello. Elaborar un plan y seguir un camino es tan válido como hacer una carrera universitaria. De hecho, hay muchos padres que casi “obligan” a sus hijos a estudiar en la Universidad y estos pasan los años por pasar y cuando terminan la carrera se sienten perdidos porque no quieren ejercer de eso o directamente no les sale trabajo y no han sido capaces de pensar por ellos mismos.

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Si tu hijo no quiere estudiar, tendrá que trabajar

Lo más importante de todo y la idea que te queremos transmitir es que no se acaba el mundo si tu hijo no quiere estudiar más, pero tampoco puedes permitir que se convierta en un vago sin hacer absolutamente nada en todo el día y viviendo de la paga que tú le des o de las cosas que tú le compres hasta los 40 años. Seguro que no quieres eso y, aunque quizás el tampoco se dé cuenta, él tampoco lo querrá el día de mañana.

Por eso, que tu hijo no estudie no significa que se convierta en un vago y en eso tú tienes mucho que decir y hacer. Vigila que se mantenga activo, que se mueva, que haga cosas, que se implique en causas y que se forme, aunque sea de otra manera menos convencional. También, que salga a buscar trabajo y que, en definitiva, se le vea una persona activa, con inquietudes y con ganas de vivir. Porque sin estudiar no se acaba el mundo, pero sin oficio ni beneficio sí (o al menos, tenemos que luchar para que esto no sea así).

Cómo convencer a tu hijo para que estudie

Si aún así quieres que tu hijo estudie un poco más porque consideras que aún es muy joven, tendrás que buscar la forma de hacerlo y lo mejor, en este caso, tiene una palabra: motivación. Si una persona está motivada con lo que hace, tendrá más ganas de seguir haciéndolo y obtendrá mejores resultados. Y en este caso, no te confundas. La motivación no es prometerle un regalazo si saca buenas notas. Al revés, creemos que esto es contraproducente para un estudiante que está en la cuerda floja.

La mejor motivación es tratar de detectar qué es lo que realmente le gusta y que enfoque sus estudios hace ello. Si le apasiona viajar, puede poner su foco en las asignaturas de idiomas y de arte y geografía, si le gusta leer y escribir, literatura será lo suyo… No todos somos iguales, no todos tenemos los mismos gustos y cualidades y el problema es que el sistema educativo actual nos trata a todos por igual, tratando de meternos con calzador, a la misma medida, la lengua y las matemáticas. Y esto es precisamente lo que hace que, a futuro, se creen decepciones y falta de motivación. Tú, como padre, puedes buscar el refuerzo positivo.

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