Los probióticos son elementos integrantes de algunos de los llamados alimentos funcionales, que no son más que componentes que además de aportar nutrientes incorporan otros elementos beneficiosos para la salud humana. Aunque estos alimentos se han empleado en la dieta desde tiempos milenarios, vuelven a tomar de nuevo una gran relevancia en la era actual.
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¿Qué son los probióticos?
Se entiende por probióticos a microorganismos vivos, que al ingerirse en cantidades adecuadas generan un efecto beneficioso en la salud de la persona que los consume. Estos se incorporan y regulan la flora intestinal, además de tener un efecto beneficioso en el sistema inmune del hospedero.
En su definición moderna, los probióticos pueden formar parte no solo de los alimentos funcionales, sino que pueden estar presentes en medicamentos y algunos complementos de la dieta.
Los probióticos como parte de la salud
Desde que el hombre comenzó a incorporar a su dieta productos de la fermentación láctea como quesos y yogures, recibió los beneficios de los microorganismos presentes en los mismos. Estos forman parte de la flora intestinal y no solo ayudan a procesar determinados alimentos, sino que también tienen un efecto beneficioso para la salud.No obstante, para calificarse a un microorganismo como probiótico debe:
- Estar identificado: Tiene que conocerse el género, especie y cepa del microorganismo a nivel fenotípicos y genotípicos. Los efectos beneficiosos de una cepa no son necesariamente iguales a una cepa diferente de la misma especie.
- No ser dañino: El microorganismo no puede ser nocivo ni producir metabolitos tóxicos para el hospedero. Aunque muchas bacterias como la Escherichia coli colonizan normalmente las mucosas del intestino y son beneficiosas al hospedero, también pueden dar lugar a procesos infecciosos. Por ello, no son considerados probióticos.
- Tener efectos beneficiosos comprobados: Estos deben demostrarse en ensayos clínicos en humanos, más allá de los derivados de la nutrición básica. Estos deben ser ensayos a doble ciego, aleatorios e incluir la evaluación del efecto placebo.
- Tener tolerancia a las condiciones del entorno: los probióticos deben ser capaces de adherirse al intestino y ser activos. Por ello, deben ser resistentes a las secreciones gástricas y la bilis, y colonizar el tracto gastrointestinal.
- Deben permanecer viables en su medio de administración: Si los probióticos están incorporados a un alimento o forma farmacéutica, deben permanecer viables en ellas por el tiempo de vida útil del producto. Deben además resistir las condiciones de procesado y conservación del producto.
- Deben estar presentes en dosis efectivas: como cualquier medicamente, los probióticos han de encontrarse en el alimento (o producto farmacéutico) en cantidad suficiente para provocar el efecto deseado.
En la práctica, casi todos los probióticos que se han acreditado proceden de la fermentación de alimentos y pertenecen a las familias de los lactobacilos y bifidobacterias, además del Streptococcus thermophilus, microorganismo que mejora la digestión de la lactosa.
¿Cómo actúan los probióticos?
En dependencia de la cepa que se utilice, los probióticos pueden actuar a través de uno o varios de los siguientes mecanismos:
- Interaccionan de forma directa con los microrganismos que habitan el intestino (microbiota intestinal). Los probióticos regulan su composición inhibiendo por competencia la proliferación de microorganismos patógenos y favoreciendo el desarrollo de bacterias beneficiosas. Esto contribuye a la salud digestiva y fortalece el sistema inmunitario.
- Los probióticos reducen el pH del medio intestinal y producen compuestos antibacterianos como las bacteriocinas y el peróxido de hidrógeno, que inhiben la proliferación de la flora dañina de la persona que lo consume.
- Los probióticos también mejoran la salud del hospedero por su acción metabólica directa: modifican y mejoran la absorción de determinados nutrientes, degradan material no digerible de la dieta, regulan el almacenamiento de energía, participan en la síntesis de vitaminas esenciales y aumentan la absorción de minerales.
- Mejoran la función de la barrera intestinal, protegiendo el epitelio.
- Intervienen en el metabolismo de la lactosa, de proteínas y lípidos.
- Controlan las respuestas inmunitarias frente a proteínas de la dieta y microorganismos patógenos (virus, bacterias, parásitos), activando los macrófagos locales, modulando los perfiles de las citoquinas e induciendo hipo respuesta a antígenos alimentarios.
- Promueven la producción de inmunoglobulinas.
- Aumentan el número de linfocitos.
De esta forma, se ha comprobado la efectividad de los probióticos para la prevención y tratamiento de diarreas infecciosas, las diarreas producto del consumo de antibióticos, también disminuyen la intolerancia a la lactosa, reducen los síntomas de la inflamación intestinal y disminuyen los niveles de colesterol. Por otra parte, modulan el sistema inmune, previniendo y mejorando la respuesta ante algunos procesos alérgicos, el asma y la dermatitis atópica y hasta para las infecciones vaginales de la mujer en la actualidad son empleados
Probióticos novedosos
Debido a sus propiedades como alimento funcional, se ha incrementado en los últimos años el consumo de probióticos en forma de chucrut, jocoque, kéfir, kimchi, encurtidos de pepinos, kombucha, miso, tempeh, en yogures frescos y otros productos lacto-fermentados.
Pero más allá de su consumo en la dieta como parte de alimentos funcionales, en los últimos años se han venido desarrollando por la industria farmacéutica formulaciones de cepas específicas para incrementar el aporte en dosis efectiva de estos microorganismos.
De esta forma, se han desarrollado cápsulas y otras formulaciones que pueden contener el equivalente en probióticos de unos 60 yogurts, garantizando además su resistencia a la degradación en el tracto gastrointestinal y la especificidad de sus cepas activas.
Aunque estos probióticos no se recomiendan para niños menores de 6 años, existen en el mercado variantes con dosificación pediátrica. Existen además formulaciones específicas para repoblar la flora intestinal beneficiosa tras un tratamiento con antibióticos.
No debe confundirse los productos probióticos con los prebióticos, que son componentes que el organismo humano no digiere, pero sirven de alimento a la flora intestinal beneficiosa. Los prebióticos, casi siempre administrados como fructooligosacáridos (y la lista de alimentos prebióticos es muy larga, incluyendo muchos que ya se encuentran en nuestra dieta), estimulan de forma selectiva el crecimiento y acción de los probióticos.
Muchos alimentos funcionales y algunos suplementos dietéticos combinan la administración de probióticos y prebióticos en sus formulaciones.
Recomendaciones en el consumo de probióticos
Estos productos son considerados seguros, pero no deben consumirse como reemplazo a una dieta sana y equilibrada, ni sustituyendo a tratamientos farmacológicos indicados por un especialista. Estos deben entenderse como un complemento a un estilo de vida saludable, que debe incluir además la práctica de ejercicios físicos.
En algunos casos, como en pacientes inmunodeprimidos, con enfermedades autoinmunes, diarreas sanguinolentas o tras una cirugía cardiaca, se debe consultar con el médico la conveniencia de consumir probióticos.
En un próximo post comentaremos sobre los usos que tienen los probióticos en niños y adolescentes.
Te recomiendo la lectura de: ¿Cuáles son los usos de los probióticos en niños y adolescente?