Los trastornos de la conducta alimentaria son un tema que preocupa a la sociedad y más aun en la adolescencia. Es conocido que esta etapa en el desarrollo de los jóvenes en su tránsito hacia la etapa adulta está llena de retos y conflictos para ellos, pero también para los padres.
Los adolescentes están expuestos a la presión social, pero por otra parte no tienen la madurez suficiente para enfrentar y solucionar los problemas que pueden convertirse en fuente de conflictos. Al estrés de la escuela y de su inserción en el medio social, en la actualidad se le suman las tensiones, restricciones e incertidumbres provocadas con el tema de la pandemia del COVID-19.
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De ahí que uno de los mecanismos de escape o formas de expresión de sus insatisfacciones y frustraciones podrían ser las alteraciones relacionadas con la alimentación y la nutrición que son provocadas por múltiples factores. Los trastornos de la conducta alimentaria son clasificados como problemas de salud mental y necesitan atenderse y tratarse de forma adecuada para que no afecten seriamente la salud del adolescente.
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Los trastornos de la conducta alimentaria
La población más joven es la más susceptible a padecer trastornos de la conducta alimentaria, por la que es el grupo etario más importante a la hora de apoyar, tratar y sobre todo prevenir.
Dentro de los trastornos de la conducta alimentaria se engloban alteraciones como la restricción prolongada de comida o sea ayunos prolongados, los atracones, la obsesión desmedida por el peso y la estética corporal, la pérdida voluntaria de peso y otras que se asocian a anomalías psicológicas en el adolescente. Dentro de ellas tenemos el perfeccionismo extremo, la impulsividad, la baja autoestima, la insatisfacción con la imagen corporal y otras anomalías.
Los trastornos de la conducta alimentaria se incluyen dentro de los problemas de salud mental. La adolescencia es la etapa más vulnerable para el desarrollo de estos, pues en esa etapa aún la identidad está en formación y se suceden importantes cambios corporales.
Aunque no se excluyen los adolescentes varones en estos trastornos, la incidencia es mucho mayor en las adolescentes. Cabe destacar que estos van más allá de la actitud del joven hacia la comida, sino que son el reflejo de una deficiencia en la forma de enfocar la vida en la adolescencia e indica un mal manejo de las emociones y las situaciones de estrés.
Entendiendo los trastornos de la conducta alimentaria
Estos trastornos se relacionan con la autopercepción y una distorsión en el adolescente de la imagen corporal.
Las manifestaciones más comunes son la anorexia y la bulimia, siguiendo una lógica errónea basada en una preocupación en exceso por no subir de peso. Esta es irracional, pues en la mayoría de los casos el adolescente se encuentra en su peso normal o incluso por debajo, según su índice de masa corporal.
Las causas de estos trastornos están sustentadas en la interacción con aspectos psicológicos, de la familia, biológicos y en especial socioculturales que marcan estándares de belleza, con extrema delgadez y una gran presión personal y social por ajustarse a este “canon de belleza”.
Se debe tener en cuenta al tratar estos trastornos que cada adolescente tiene su historia particular, una visión para entender la vida y una forma propia de manejar y resolver sus conflictos.
Tipos de trastornos de la conducta alimentaria
Dentro de los trastornos de la conducta alimentaria, estos son los más frecuentes:
La anorexia nerviosa
En ella el adolescente restringe su ingesta de alimentos, reduciendo su peso por debajo de lo que es considerado saludable.
La desnutrición resultante puede acarrear consecuencias como la caída del cabello, resequedad de la piel y ausencia de menstruación, entre otros desequilibrios hormonales. En lo psicológico, la persona aquejada de anorexia tiene mucho miedo a ganar peso, con una percepción alterada de su masa corporal.
En la anorexia pueden aparecer o no períodos de comilonas, a los que siguen etapas de profunda culpa por la ingesta. El adolescente anoréxico puede provocarse el vómito o recurrir a purgas de laxantes o enemas. Otro rasgo de la personalidad anoréxica es el abuso del ejercicio físico intenso para obligar al cuerpo a seguir perdiendo peso.
La bulimia nerviosa
A diferencia de la anorexia, la bulimia implica siempre períodos de atracones recurrentes, donde el adolescente ingiere cantidades de comida superiores a lo normal.
Estas comilonas se acompañan de un sentimiento de pérdida del control, a los que siguen la provocación del vómito, los laxantes, los diuréticos y los enemas. El adolescente trata también de compensar sus atracones con ayunos prolongados y ejercicio excesivo.
Debido a que los pacientes bulímicos no tienen una pérdida tan sensible de peso, este trastorno suele pasar inadvertido en muchos casos.
El trastorno de atracones
Como la bulimia, en el trastorno de atracones el adolescente hace grandes ingestas de comida al perder el control sobre sus emociones. Se diferencia en que en estos casos no hay un comportamiento compensatorio.
Como resultado del trastorno de atracones el adolescente sufre un intenso malestar psicológico, que puede estar acompañado de un aumento de peso. En estos comedores compulsivos, estas ingestas desmedidas pueden llevar a la obesidad.
La dismorfia muscular o vigorexia
Estrictamente no pertenece a los trastornos de la conducta alimentaria, pero presenta características en común.
En este caso, el foco de preocupación está en la estética del cuerpo, lo cual hace que el adolescente se obsesione con seguir entrenamientos excesivos, ingerir dietas llenas de proteínas y carbohidratos para buscar musculatura e incluso utilizar anabolizantes.
Síntomas comunes de los trastornos de la conducta alimentaria
En todos los casos aparecerá una tendencia a preocuparse en exceso por la imagen corporal, unido a la modificación de los hábitos alimentarios en forma de dietas o el rechazo a algún alimento.
Aunque un trastorno alimentario no tiene que llevar por fuerza a una enfermedad, sí es una señal de alerta a la que los padres deben prestar particular atención.
El pediatra debe realizar un correcto diagnóstico del adolescente antes de derivarlo a salud mental, descartando cualquier anomalía endocrina, metabólica o digestiva que explique la pérdida o ganancia de peso.
No obstante, existen algunas señales que indican que el adolescente tiene un problema de trastorno de la conducta alimentaria. Estas son:
- Actitudes de aislamiento, soledad o melancolía.
- Aumento desmedido de la práctica de ejercicio.
- Aumento obsesivo del tiempo de estudio y actividades “productivas”.
- Cambios en los hábitos alimentarios, tanto en los horarios, conteo de calorías y otros rituales.
- Insatisfacción con la imagen propia.
En los trastornos de la conducta alimentaria, el reto principal es que el adolescente reconozca que su forma de alimentarse es una consecuencia de otras dificultades que atraviesa y no la solución de estas.
No obstante, con el asesoramiento de profesionales de la salud, educadores y familias se pueden detectar a tiempo los trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes. Estos también contribuyen a orientarlos y ayudarlos a superar estas actitudes tan dañinas a la salud, atendiendo a las necesidades individuales de cada joven.
Siempre los padres deben de estar muy atentos desde los primeros indicios de trastrornos en la conducta alimentaria, para reaccionar de inmediato y solicitar la ayuda necesaria y adecuada a cada caso.
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