Conocida popularmente como la enfermedad del beso, la mononucleosis infecciosa es una enfermedad frecuente entre los adolescentes y adultos jóvenes. También se le denomina “mono”.
Esta enfermedad viral, lo más frecuente es que cause síntomas similares al flu. Es importante no solo por sus síntomas, también por sus posibles complicaciones y las secuelas a largo plazo. También se reconoce como un factor de riesgo para el desarrollo de algunos tipos de cáncer.
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Contenido
- 1 ¿Qué es la mononucleosis infecciosa? ¿Cómo se transmite?
- 2 Síntomas y complicaciones de la mononucleosis infecciosa
- 3 Complicaciones de la mononucleosis infecciosa
- 4 Diagnóstico de la mononucleosis infecciosa
- 5 Tratamiento y prevención de la mononucleosis infecciosa
- 6 Reincorporación a la actividad física
¿Qué es la mononucleosis infecciosa? ¿Cómo se transmite?
Esta enfermedad infecciosa es causada fundamentalmente por el virus de Epstein Barr (VEB), de la misma familia del virus del herpes. Este virus luego de atravesar la mucosa oral, llega al tejido linfoide y se replica en los linfocitos B. Estos infiltran los nódulos linfáticos y las amígdalas. Luego de la infección primaria, el virus puede permanecer inactivo y se elimina hasta 18 meses después.
Su principal vía de transmisión es la exposición a saliva infectada, por lo que los besos son su principal causa de contagios y provocan su nombre más popular. También puede contagiarse al beber del mismo vaso o recipiente, al compartir comida o bebidas, o mediante la tos y estornudos de otras personas infectadas mientras estas presenten síntomas de la enfermedad.
En todo caso, se necesita de contacto muy cercano, dada el bajo un índice de contagio del virus que es inferior al de una gripe común. En menor proporción se contrae por transfusiones de sangre o trasplantes de órgano.
Aparece de forma más común a partir de los 10 años de edad y tiene su mayor incidencia entre los chicos de 15 a 17 años, aunque puede desarrollarse a cualquier edad. Se estima que el 95% de los adultos a nivel mundial ha contraído esta infección: tres cuartas partes de ellos desarrollan el cuadro benigno típico de una infección viral, mientras el 25% presentan síntomas atípicos o no tienen ningún síntoma.
Síntomas y complicaciones de la mononucleosis infecciosa
Sus síntomas son la aparición de faringitis con exudado que no mejora con el uso de antibióticos, un aumento de ganglios linfáticos en el cuello, fiebre y fatiga.
Pueden aparecer además puntos rojos en el paladar (petequias) y hepatitis subclínica, con aumento de tamaño del hígado (hepatomegalia) y del bazo (esplenomegalia). Es frecuente también la hepatitis sin o con color amarillento en la piel (ictericia ), pero es benigna en la mayoría de los casos.
Otros síntomas incluyen dolor abdominal, náuseas, vómitos, inflamación alrededor de los ojos y erupción cutánea si se le administran al paciente derivados de la penicilina. Los síntomas persisten por 10 días o menos, aunque la fatiga y los ganglios inflamados en el cuello pueden perdurar por alrededor de 3 semanas.
Tiene un período de incubación de estimado es entre 30 a 50 días luego del contagio, durante este etapa no se manifiestan síntomas de la enfermedad.
Complicaciones de la mononucleosis infecciosa
Aunque no es frecuente, la mononucleosis infecciosa puede complicarse, en especial en aquellos menores que tengan el sistema inmune debilitado por otra enfermedad. Entre sus complicaciones graves, esta enfermedad puede provocar: Inflamación del encéfalo, de las meninges o el cerebelo, dando origen a convulsiones y movimientos sin coordinación. Puede también afectar los nervios y producir neuritis óptica, parálisis de pares craneales y fáciles, mielitis transversa y el temido síndrome de Guillain-Barré.
Otras de las posibles complicaciones pueden afectar el corazón, los riñones, producir ruptura del bazo. La medula ósea puede afectarse produciendo alteraciones en la producción de glóbulos rojos y otras células sanguíneas.
Hay diferentes trabajos que a largo plazo asocian la mononucleosis infecciosa con linfomas y carcinomas localizados en diferentes órganos y trastornos autoinmunes.
Diagnóstico de la mononucleosis infecciosa
Ante la sospecha de aparición de la enfermedad, esta se diagnostica a través del cuadro clínico, los antecedentes epidemiológicos, hallazgos clínicos y exámenes de laboratorio.
El facultativo puede indicar para ello un hemograma, que tendré un aumento de linfocitos y la presencia de los llamados “linfocitos atípicos” o células Downey. Otra prueba que indica mononucleosis infecciosa es el perfil hepático, con elevación de las transaminasas y la bilirrubina.
No obstante, la prueba diagnóstico fundamental para la mononucleosis infecciosa es la detección de anticuerpos heterófilos por la Reacción de Paul y Bunnell, más conocida como Monotest.
Tratamiento y prevención de la mononucleosis infecciosa
Hasta el momento no hay un tratamiento específico para la mononucleosis infecciosa, y el uso de antivirales como el Aciclovir y Valaciclovir no ha reportado una mejoría sensible a la hora de combatir esta enfermedad. Para las complicaciones inflamatorias, se recomienda el uso de corticosteroides.
Por lo general la mononucleosis infecciosa no muestra síntomas muy severos, por lo que transcurre sin necesidad de tratamiento más allá de reposo, paracetamol e ibuprofeno para el malestar general y bajar la fiebre y una buena hidratación mientras perduren los síntomas. Para aliviar el dolor de garganta asociado, pueden emplearse gárgaras de agua tibia con sal.
El reposo dependerá en mayor medida del estado general del menor, recomendándose que se evite actividades físicas de contacto (incluidos el fútbol, el baloncesto y las artes marciales) de 4 a 6 semanas posteriores a la enfermedad. Incluso con pequeños traumatismos, se corre el riesgo de una rotura esplénica (del bazo).
Ya en materia de prevención, la posibilidad de contagiarse con mononucleosis infecciosa puede reducirse tomando medidas higiénicas como el frecuente lavado de las manos, evitando el contacto con recipientes y utensilios utilizados por personas enfermas y manteniendo una distancia terapéutica con aquellas personas que presenten algún episodio de faringoamigdalitis.
De cualquier forma, esta enfermedad es por lo general de naturaleza leve e incluso puede pasar desapercibida. Sus síntomas son muy similares a los de cualquier infección viral, por lo que no es necesario acudir al médico.
Solo cuando los síntomas se extiendan por más de 10 días o ante síntomas severos debe acudirse al pediatra. Estos incluyen dolor abdominal, dificultad para respirar, fiebre alta y persistente, cefalea intensa, inflamación de las amígdalas, debilidad en brazos y piernas y coloración amarillenta en los ojos.
De detectarse una la mononucleosis infecciosa, se realizará un seguimiento de la enfermedad para evitar las complicaciones asociadas.
Reincorporación a la actividad física
Como previamente hemos explicado esta enfermedad ocurre fundamentalmente en adolescentes, es por eso que el retorno a su actividad física o deportiva habitual es un tema muy sensible.
El bazo durante la mononucleosis infecciosa sufre un aumento de tamaño habitualmente dentro de las dos primeras semanas pero se puede extender hasta las 3 semanas y media. Es por ello que los deportes de contacto que pueden generar un aumento de la presión abdominal es motivo de preocupación.
La mayoría de las lesiones del bazo se producen en los primeros 21 días de la enfermedad y muy raramente después de los 28 días, afortunadamente la ruptura de este órgano ocurre en menos de un 0.5% de los afectados por Mononucleosis infecciosa.
La mayoría de los especialistas coinciden en afirmar que se deben recesar las actividades deportivas durante tres semanas y posteriormente irlas reanudando paulatinamente. Siempre teniendo en cuenta que la recuperación completa de la afectación del bazo tomará meses. Para un estimado de tiempo mas real se deberá de tener en cuenta el tipo de deporte, la temporada en que se presentó la enfermedad y la gravedad y las características de cada caso.
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