¿Cuándo y cómo se debe hablar de sexo y sexualidad con los hijos? Esta es una pregunta que atormenta a todos los padres porque quieren preparar a sus hijos para el momento en que sus hijos comiencen a descubrir y explorar la sexualidad.
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Aunque ya desde edades tempranas puede surgir alguna que otra pregunta sobre las diferencias entre las niñas y los niños, estas son fáciles de contestar y deben ser respondidas utilizando un lenguaje acorde con la edad. Pero cuando los hijos entran en la adolescencia y alcanzan la pubertad, es momento de continuar el diálogo y hablar sobre el tema con mayor profundidad.
Sexo y sexualidad: hablar con franqueza desde pequeños
La educación sexual no es algo que deba dejarse para cuando no queda otro remedio: desde pequeños, es importante explicar a los hijos sobre temas relacionados al sexo y la sexualidad.
Esta información de forma adecuada sirve no solo para que los niños entiendan cómo funcionan sus cuerpos, se acepten y se sientan a gusto tal como son. También es importante para que puedan identificar cuándo otra persona los toca de forma indebida, así se protegerán mejor y puedan comunicarlo de inmediato a los encargados de su crianza.
Un niño que ha recibido educación sexual de forma temprana y efectiva también estará al tanto de las conductas sexuales peligrosas y sabrá cómo evitarlas, al mismo tiempo que reconocerá su sexualidad como algo hermoso y natural en su crecimiento.
Diferencias entre sexo y sexualidad
Aunque a veces se utilizan como sinónimos, ambos términos tienen definiciones distintas y enmarcan conceptos diferentes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sexo determina las características biológicas que distinguen al hombre de la mujer y los diferencian. Aunque en muchos idiomas este término también define la actividad sexual, para un uso más preciso se prefiere el término sexualidad.
Así, sexualidad se define como uno de los aspectos centrales del ser humano que abarca no solo el sexo, sino también “las identidades y roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción” (OMS).
De esta forma, la sexualidad se percibe y expresa en los pensamientos, deseos, fantasías, actividades, sistemas de creencias, comportamientos, actitudes, valores, roles, relaciones y prácticas. No es imprescindible que todos estos elementos se expresen a la vez ni siempre, pues la sexualidad es un sistema complejo que varía de un individuo a otro.
Además del aspecto puramente biológico, la sexualidad también está influenciada por elementos de orden psicológico, culturales, sociales, económicos, éticos, legales, políticos, históricos, religiosos y espirituales.
En un individuo, la sexualidad tiene tres funciones:
La erótica: está referida al placer que proporciona la sexualidad y se mantiene durante toda la vida y en todas las etapas de la vida.
La reproductiva: aunque sobre esta función se hace mucho hincapié, en realidad el período reproductivo real del ser humano es, para la mujer, desde la menarquía hasta la menopausia. Para los hombres, se expande desde la pubertad hasta edades más avanzadas.
La comunicación sexual: este aspecto de la sexualidad garantiza el poder establecer de forma libre y consciente una comunicación con la pareja, que permita gozar plenamente de la sexualidad propia.
Abordar sin miedo los temas sexuales
Evitar hablar del sexo como si fuese algo prohibido es un error. Por el contrario, se debe enseñar a los hijos que sus genitales también forman parte de su cuerpo y a que los llame por su nombre correcto.
Aunque en edades escolares se incorporen temas relativos a la educación sexual, es en el hogar que se refuerzan y complementan estas pautas. Solo así se garantiza una sexualidad saludable para toda la vida. Para ello, no hay un “momento ideal” para hablar del sexo y la sexualidad, sino que este tema ha de verse como una conversación continuada.
Pautas para conversar con tus hijos
Para mantenerla fácil y fluida, se deben tener en cuenta estas pautas:
Aprovechar el momento: si en un medio de comunicación se debate sobre las conductas sexuales responsables, esto puede utilizarse como chispa para iniciar el debate. No obstante, se debe tener en cuenta que las actividades cotidianas son también una fuente de oportunidades para hablar relajadamente.
Siempre ser honesto: en el caso de que un padre se sienta incómodo con la conversación, debe mencionarlo, pero dejar claro que es mejor hablar del tema que dejarlo de lado. Si el progenitor no sabe la respuesta a una pregunta de su hijo, debe reconocerlo y buscar juntos en alguna fuente de información confiable.
Ser directo evitando rodeos: se debe dejar clara la posición sobre temas escabrosos, con total sinceridad. De la misma forma, se debe hablar sobre las relaciones sexuales con objetividad, incluyendo los pros y los contras y sin olvidar mencionar los riesgos de cada práctica.
Tener en cuenta el punto de vista del menor: ni regañar, ni asustar, ni desalentar. Hay que escuchar el punto de vista del hijo y tratar de entender las presiones, desafíos y preocupaciones de un adolescente. El padre o madre deben recordar que también ellos necesitaron de una guía en este período.
No concentrarse en los hechos: en el sexo y la sexualidad hay mucho más que un acto puramente físico, involucrando sentimientos, actitudes y valores. La conversación también debe tratar sobre cuestiones de ética, creencias personales, culturales y religiosas.
Siempre fomentar el diálogo: que el hijo sepa que, cualquiera sea la duda que tenga, puede acudir a sus padres, para preguntar o comentar una inquietud. Hay que darle a entender que esta complicidad y confianza son del agrado de los padres y no una fuente de crítica.
Corresponde a los padres hablar de sexo y sexualidad
Como tutores y guías de sus hijos, es también deber de los padres el educarles desde edades muy tempranas en materia de sexo y sexualidad. Para hacerlo de forma correcta es importante que se asuma esta tarea con responsabilidad, buscar información, consultar con el pediatra del niño los momentos correctos para hablar de estos temas y que los padres se apoyen en los especialistas para educarse primero.
Hay que recordar que ninguna otra figura de autoridad, ya sea otros familiares, profesores, representantes jerárquicos de organizaciones sociales tienen la verdad absoluta en materia de educación sexual. Sus propias limitaciones pueden estar propiciando el abuso sexual, el embarazo no deseado, las enfermedades de transmisión sexual y otras malas prácticas de la sexualidad.
Si los padres van a auxiliarse de otras personas para completar la educación sexual de sus hijos, deben acudir a fuentes de fiar como los trabajadores sociales, los consejeros y los psicólogos escolares. Pero siempre deben escuchar a sus hijos y conversar con ellos sobre cualquier tema, para que sepan que pueden contar con su apoyo y comprensión.
El sexo y la sexualidad es un tema altamente sensible, tabú para muchos, escabroso para otros, molesto para numerosos padres, pero imprescindible a abordar con tus hijos porque los estarás preparando para su vida sexual y fundamentalmente para la comunicación abierta y sincera con sus mejores consejeros: los padres
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