La llegada de un nuevo hermanito, un ascenso en el trabajo para papá o la nueva pareja de mamá pueden ser algunos de los motivos que despierten los celos infantiles en los más pequeños. Como adultos, nos pueden parecer temas sin trascendencia, pero no hay que olvidar que lo importante es cómo lo vive la persona.
Es decir, algo que para ti puede ser trivial y carecer de importancia, si para el otro sí le afecta, sí le despierta sentimientos negativos y sí le hace ver la vida desde un prisma más gris, entonces, sin duda, es algo a lo que no se le debe restar importancia y que hay que tratar de solventar.
Este es un ejemplo de lo que sucede con los celos infantiles: los adultos lo podemos ver como algo que no tiene mucho sentido, pero al niño le puede acarrear problemas.
¿Te preocupa? ¿Quieres saber qué puedes hacer tú para ponerle solución? En este artículo vamos a tratar de ayudarte con un tema que existe desde siempre y para el que, por suerte, ya hay más herramientas para poder sobrellevarlo mejor o, incluso, evitarlo.
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¿Qué son los celos infantiles?
Los celos infantiles son idénticos a los celos de los adultos. Es una sensación de frustación, un sentimiento de amenaza latente, mediante el cual sentimos que algo a lo que queremos nos puede ser arrebatado. Puede ser un objeto o una persona. La fuente de los celos también puede llegar de diferentes lugares, otra persona o una situación concreta.
Los celos infantiles tienen como tónica común que sucede en niños de cualquier edad, incluso a una edad temprana se puede experimentar celos, aunque no sea capaz de expresarlo como tal. Lo más habitual es que los celos infantiles aparezcan entre los 2 y los 5 años, en la fase de apego, ante la amenaza de “perder” el cariño de sus padres o sus familiares más allegados.
Síntomas de los celos infantiles
Probablemente el niño no sepa qué son los celos, ni siquiera conozca la palabra, por lo tanto, no puede sentarse en el sofá y deciros: “papá, mamá, tengo celos”. Pero, como progenitores y cuidadores del pequeño, debéis ser vosotros quienes los identifiquéis y pongáis solución.
Por supuesto, lo ideal siempre sería evitarlos, pero si ya han aparecido señales de celos, no hay que quitarles importancia. Las más habituales son las siguientes:
- Llanto sin motivo
- Nuevas conductas
- Cambios en el vocabulario sin causa aparente
- Desobediencia
- Cambios de humor
- Tristeza
- Negación
Son síntomas que, en un niño, se pueden achacar a simple rebeldía, pero si hay algún estímulo o cambio en su entorno que pudiera justificar una actitud celosa, es necesario prestarle atención.
Cómo evitar los celos (o hacer que desaparezcan)
Si estás leyendo este artículo porque crees que tu hijo puede coger celos a algo nuevo (un hermanito, un trabajo, una pareja…) y quieres ponerle solución, tenemos que felicitarte, ya que lo mejor es que un problema de este tipo no aparezca.
Lo más importante para evitar los celos infantiles en caso de que surja un estímulo externo que pudiera provocarlo es no cambiar sus rutinas ni vuestro tiempo juntos. Por ejemplo, si siempre es su madre quien le baña, lo ideal es que siga siendo así; si la abuela venía cada sábado a sacarle a pasear, no debería dejar de hacerlo en caso de que llegue un hermanito.
Lo cierto es que en ocasiones no siempre es posible mantener rutinas (por ejemplo, un nuevo trabajo que coincida a la hora del baño, siguiendo el ejemplo que hemos puesto anteriormente). En este caso, puede funcionar trabajar la compensación. Lo importante es hablar con el niño y explicarle cuál es la nueva situación, qué puede cambiar y qué no va a cambiar nunca (tu amor y tu cariño, él como centro de todo). El niño debe entender qué está sucediendo ya que, en ocasiones, los celos aparecen por una situación imaginaria que nunca llega a suceder (igual que ocurre con los habituales celos de pareja en los adultos).
En cuanto a la compensación, consiste en negociar con él qué podéis hacer juntos para compensar si existe algo que vais a tener que dejar de hacer por esa causa externa.
Celos a los hermanos
La llegada de un nuevo bebé a casa, casi siempre, es motivo de celos. Raro es el niño que no toma ni un poco de este sentimiento cuando se ve amenazado por un nuevo hermanito. Por supuesto, depende mucho de la edad que tenga el niño y de su propio comportamiento, pero como padres es importante que entienda bien la situación y se implique al pequeño con la llegada del hermanito.
Pedirle ayuda para elegir el nombre, llevarle a ver la cunita o enseñarle las ecografías son puntos importantes para que el peque entienda que un hermano no viene a quitarle ningún puesto, si no que llega para completar su vida. Sin embargo, no debemos excedernos ni hacer que el bebé se convierta en el centro de todas las conversaciones, porque así será precisamente como se sentirá desplazado.
Encuentra el punto intermedio y nunca dejes de hacer cosas con el hermano mayor. Él también os sigue necesitando. Explícale las cosas buenas de tener un hermanito y haz que lo viva como un juego. Los dibujos animados os pueden ayudar. Por ejemplo, Elsa y Anna, de Frozen, son hermanas. Seguro que quieren ser como ellas.
Celos a un nuevo trabajo
Cuando el niño está acostumbrado a que mamá o papá estén en casa y hay un cambio en la situación laboral (un nuevo trabajo, un ascenso o un cambio de puesto y horarios) supone en trastoque para sus rutinas, ya que probablemente no podáis seguir haciendo ciertas cosas, incluso, tal vez te pierdas algo como ir a recogerlo al cole o estar a la hora de la comida.
No te tienes que sentir culpable, ya que todos tenemos que trabajar y los niños actúan así porque no entienden de responsabilidades ni dinero. En este caso, trata de dedicarle todo el tiempo libre que tengas y de hacer planes interesantes, que le motiven y le hagan entender que a veces es mejor calidad que cantidad.
Celos infantiles a una nueva pareja
Cuando mamá y papá no están juntos y uno de los dos empieza una nueva relación, los hijos pueden tomar celos infantiles hacia el recién llegado. Es muy importante que el niños no piense que viene a sustituir a nadie. Su madre y su padre no tienen sustitutos, el recién llegado es un nuevo amigo, con ciertas responsabilidades por ser adulto y compartir la vida con mamá o papá, pero en ningún caso será su sustituto.
En esta situación, el pequeño no debe sentirse desplazado. Es evidente que una relación absorbe tiempo y que la pareja quiere hacer cosas juntos (y solos), pero hay que saber equilibrar el tiempo entre quien ya estaba (y que siempre será prioridad) y quien ha venido para ocupar un puesto diferente.
Es interesante que la pareja y el pequeño se conozcan y se lleven bien para que no lo vea como un enemigo, si no como un aliado con quien puede disfrutar de muchas cosas.
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