El hierro es uno de los micronutrientes fundamentales en la alimentación del bebé interviniendo en múltiples funciones del organismo, sin embargo en contraste con esta aseveración, el déficit de hierro es la carencia nutricional más frecuente que se encuentra en los países desarrollados, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De ahí la importancia de suministrarle las dosis adecuadas de este micronutriente en su alimentación diaria, pues de lo contrario pueden aparecer las deficiencias férricas y las anemias.
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Durante el periodo correspondiente a los primeros 6 meses de lactancia materna, las cantidades requeridas de hierro podrían ser satisfechas parcialmente por la leche materna y las propias reservas del recién nacido, Por su parte los bebés prematuros no han acumulado suficientes reservas.
Después de los seis meses se puede reforzar la nutrición suministrando al bebé otros alimentos como leche de fórmula, papillas o purés ricos en hierro. Si estos se componen de alimentos sanos y con alto contenido de hierro es poco probable que presente síntomas de déficit de hierro y una de sus consecuencias la anemia.
¿Por qué es importante el hierro en la alimentación del bebé?
El hierro es el elemento básico en la formación de la hemoglobina y esta a su vez es la responsable del transporte del oxígeno en la sangre además de remover el dióxido de carbono a nivel celular. Por otra parte también el hierro interviene en numerosos procesos celulares y metabólicos relacionados con el sistema inmunológico, el neurodesarrollo, la termorregulación y hasta con la calidad del sueño.
Un déficit de hierro, provoca anemia y en situaciones severas puede llegar a afectar el desarrollo cognitivo del bebé, llegando a poner en riesgo incluso su vida sino se recibe la atención médica requerida. La anemia por déficit de hierro es conocida como anemia ferropénica.
El bebé en los primeros dos años de vida podría padecer de deficiencias de hierro porque podría ser que las cantidades de hierro no sean suficientes para respaldar las demandas de su rápido desarrollo y crecimiento y por otra parte la cantidad y variedad de alimentos no satisfacen las necesidades.
Síntomas y diagnóstico del déficit de hierro
El déficit de hierro en los bebés en numerosas ocasiones no provoca ningún síntoma, pero en otras pueden manifestarse: irritabilidad, falta de apetito, mareos, retraso en el crecimiento, debilidad notable, piel muy pálida hasta dificultad en mantener el equilibrio.
Desde el punto de vista médico, la anemia en el bebé se corrobora a través de un hemograma, donde aparecen valores bajos en el hematocrito y la hemoglobina. Para precisar el tipo de anemia pueden ser requeridos otros exámenes hematólogicos y la determinación de ferritina.
Demandas y fuentes de hierro en la alimentación del bebé
El bebé nacido a término, por lo general tiene reservas de hierro suficientes para enfrentar los primeros 5-6 meses de vida. Ellas son producto de la acumulación durante su vida fetal y también durante el parto por el paso de la sangre de la placenta al recién nacido. Como dato curioso, se debe evitar cortar pronto el cordón umbilical, lo ideal es esperar unos minutos hasta que deje de latir, el bebé recibe mayor cantidad de sangre y lo provee de mayor reserva de hierro, lo cual es favorable como medida preventiva ante una futura anemia.
La leche materna, aunque tiene bajo contenido en hierro, suele aportar lo necesario para esos primeros meses. A partir del sexto mes se debe de comenzar con la introducción de alimentos en su dieta para que disponga de fuentes complementarias de hierro.
A partir de los seis meses de vida, cuando se le empiezan a incorporar los alimentos, es recomendable suministrarle papillas que contengan alimentos con alto contenido de hierro.
El hierro está presente en una gran variedad de alimentos, que incluyen el cereal fortificado, la avena, las lentejas, la carne de res, los frijoles y otros muchos otros. Los bebés mayores de seis meses pueden comer papillas o purés de estos alimentos y es una buena alternativa para acostumbrarlos a los sabores de estos y acrecentar su apetito, sin llenarlos demasiado.
Los bebés que se alimentan con leche de fórmula enriquecida en hierro, no necesitan un suplemento adicional, pues en la preparación ya está incluida previamente la cantidad recomendada. Deben suministrarle entre 16 a 24 onzas de esta leche, y en el caso de los cereales enriquecidos hasta que tenga entre 18 y 24 meses.
En el caso específico que no reciban una cantidad suficiente, se recomienda suplementar este a través de gotas siempre indicadas por el pediatra, en forma de preparados de hierro biodisponible.
También ayuda algunas frutas como naranjas y fresas que contienen vitamina C para facilitar una mejor absorción del hierro.
Prevención del déficit de hierro en los bebés
Según la Academia Americana de Pediatría, es normal que antes de los 4-6 meses, las reservas de hierro de los bebés pueden empezar a escasear. Ahora bien si los padres mantienen a sus bebés con una alimentación adecuada con tomas de leche materna o de fórmula, es muy poco probable que tenga carencias de hierro o de cualquier otro mineral o nutriente.
La mejor manera de prevenir las carencias de hierro en los bebés es suministrarles alimentos ricos en este y preferentemente mantener la lactancia materna. Además para facilitar la absorción del hierro se pueden agregar a su dieta jugos naturales en muy pequeñas cantidades de manzanas y naranjas, son sanos y nutritivos, o agregar en las papillas vegetales ricos en vitamina C.
Los recién nacidos prematuramente y lo hijos de madres diabéticas deben recibir suplementos enriquecidos con mayor cantidad de hierro hasta el año, por nacer con bajas reservas de este mineral, a menos que excepcionalmente el pediatra recomiende lo contrario.
Si poco es malo, mucho es también perjudicial. Es prudente que los padres cuiden de no exagerar con los suplementos de hierro, pues los bebés pueden tener dificultad al absorber otros minerales y padecer a largo plazo de problemas cardiovasculares.
Tanto con las carnes como con las frutas y verduras, no hay que estar midiendo las cantidades que come. Al principio comerá poca cantidad, lo importante es ofrecérselos y que el bebé vaya aceptando con naturalidad y con gusto los diferentes alimentos.
No dar leche o lácteos en la misma comida en la que consumen alimentos ricos en hierro, porque dificultan la absorción del mineral.
También se pueden ofrecer cereales fortificados con hierro. Hay que mirar las etiquetas, porque muchos cereales para niños llevan hierro, pero también demasiada azúcar. No obstante, la absorción de este hierro puede ser peor si se toman con leche.
A partir de los 11-12 meses, evitar el “exceso” de leche si va en detrimento de otros alimentos.
Estas son recomendaciones generales, pero es importante individualizar. No todos los niños tienen el mismo patrón de desarrollo y de maduracion. Para eso sirven las revisiones de salud con el pediatra.
Por último, respecto a los suplementos de hierro no deben darse a la ligera o para prevenir; pueden tener efectos secundarios. Es mejor prevenir el déficit de hierro con una buena alimentación. Pero pueden ser necesarios en algunos casos. Debe ser el pediatra quien lo indique.
Algunos consejos finales sobre la alimentación del bebé
La leche de vaca, lejos que de lo que muchos padres creen, nunca podrá suplir los nutrientes que aporta la leche materna. Suministrarle leche de vaca a un bebé antes de cumplido su primer año de vida constituye un factor de desnutrición y puede aparecer como consecuencia la anemia por déficit de hierro en la alimentación del bebé.
La leche de vaca, además de contener poco hierro se encuentra asociada a sangrados intestinales en los pequeños que la toman antes de tiempo, pues el intestino de los bebés no se encuentra preparado para asimilarla bien hasta después de los doce meses de vida.
Existen padres que suministran té o café a los bebés, algo que está absolutamente contraindicado porque no es un alimento propiamente dicho, provoca excitación nerviosa y uno de sus más graves efectos es que puede causar anemia ferropénica severa. Es importante que los padres se eduquen acerca de lo que se le puede suministrar o no a un bebito, y ciertamente el café o el té no entran en esa lista nutricional.
En resumen, una buena ingesta de hierro suplementario en la alimentación del bebé incrementa sus reservas y lo protege de padecer de anemia, con todas las posibles complicaciones que ella lleva consigo. Asistir a consulta con el pediatra y esclarecer todas las dudas sobre los alimentos que se le deben suministrar a tu bebé en particular es un excelente método para prevenir la desnutrición y garantizar un desarrollo sano de los bebitos.