En estos tiempos se suele hablar de niños con trastornos de déficit de atención e hiperactividad, conocida como TDAH. También se habla de niños con necesidades educativas especiales y niños con trastornos del aprendizaje, todo ello válido y producto de la investigación médica. Por momentos pudiera suponerse que existe un trastorno para todo, y que ya no existen los niños malcriados.
Cuando hablamos de trastornos de conducta, de personalidad y de trastornos obsesivo compulsivo, cerramos la conversación y no nos atrevemos a continuar hurgando. O también nos negamos a pensar en lo más obvio: los niños malcriados existen. Y que este malcriado es responsabilidad de nosotros, los padres.
Contenido
- 1 Hablemos de los niños malcriados
- 2 El trastorno de déficit de atención e hiperactividad y la malacrianza
- 3 Y que podemos decir de la exigencia…
- 4 ¿Es mi hijo un malcriado?
- 5 ¿Quién manda?
- 6 ¿Qué hacer ante niños malcriados?
- 7 Algunos errores educativos que frecuentemente se cometen, y dan lugar a los niños malcriados
- 8 Y que decir de la disciplina…
Hablemos de los niños malcriados
La malcriadez, como lo expresa directamente su nombre, es fundamentalmente un problema de mala crianza. Sumémosle que puede ser un mal manejo del niño por parte de sus padres o tutores. No es una condición hereditaria ni se adquiere por transmisión oral, respiratoria o intravenosa. Sencillamente, se aprende a ser bien malcriado y es muy difícil cambiar este aprendizaje. La malcriadez, indisciplina o como queramos llamarla es el producto directo de un incorrecto manejo de la educación de un niño por parte de los adultos que le cuidan.
Los niños malcriados son desobedientes, intolerantes, dan perretas con frecuencia, manifiestan una constante rebeldía y mantienen una conducta intolerable. Manifestaciones que se presentan efectivamente en los trastornos antes mencionados, pero con la particularidad de que es una conducta aprendida y sin ninguna causa clínica.
Para muchos padres resulta más fácil rendirse y achacar las indisciplinas de sus hijos a trastornos descritos por la medicina. Sencillamente se niegan a reconocer su incapacidad de educar correctamente a un niño. Incapacidad, dicho sea de paso, auto atribuida. Pues con un poco de voluntad y con el debido asesoramiento que a veces muy bien puede brindar un abuelo, este escollo es salvable. En todo caso, lo único que no puede fallar en la crianza de un hijo es precisamente la voluntad de educar.
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad y la malacrianza
Los niños que padecen de trastornos de déficit de atención e hiperactividad presentan una serie de síntomas que caracterizan al mencionado trastorno. Para un niño con TDAH es normal que existan manifestaciones de impulsividad, falta de atención y de hiperactividad. Pero, la malcriadez no es un síntoma de trastornos de déficit de atención e hiperactividad o de otra enfermad.
¿Quieres conocer aún más sobre los trastornos de déficit de atención e hiperactividad?
Si nuestros hijos son mal criados, aun si han sido diagnosticas como TDAH, es responsabilidad nuestra como padres. Y no una manifestación de esta enfermedad o de cualquier otra. Dicho esto, es necesario aclarar que la mayoría de los niños que presentan una conducta antisocial o rebelde no tienen ningún padecimiento físico o psicológico. La inmensa mayoría o están muy consentidos o sus padres desconocen cómo manejarlos. Sencillamente no le podemos atribuir la falta de educación a ninguna clase de trastornos conductual.
Y que podemos decir de la exigencia…
Uno de los problemas fundamentales en el caso de la mala crianza de un niño, radica en la falta de exigencia. Una situación que es creciente en la mayoría de las sociedades actuales. Sencillamente se exige poco a los niños y se les complace con facilidad. Situación que tiene factores psicológicos, sociales y económicos.
En el caso de los componentes socio económicos, está claro que, al aumentar los niveles de ingresos de los padres, e incluso por las presiones sociales que se generan, estos tienden a comprarle a sus hijos aquello que antes resultaba oneroso. Y no es que exista algo malo en ello. El problema se genera cuando no se exige nada a cambio. Y de esta forma el niño termina por creer que se merece todo.
Como padre debemos poner metas. Tenemos que lograr que nuestros niños se sientan retados, que se ganen el derecho a tener lo que quieren. Es ese el único camino para que aprendan a valorar el esfuerzo y la dedicación de sus padres. Y, en consecuencia, a obedecer y comportase correctamente.
¿Es mi hijo un malcriado?
Existen situaciones y sobre todo edades en las que las conductas más o menos agresivas en un niño tienen justificación. En las edades tempranas es normal que se produzcan las llamadas perretas y actos de este tipo. De modo que, el hecho de que un niño asuma una conducta incorrecta o impropia no significa que el niño este malcriado. Hay que analizar cada situación en su contexto. Pues no es lo mismo un adolescente que se manifiesta habitualmente de un modo agresivo, a un bebe de apenas un año que llora sin parar porque quiere su juguete.
Debemos destacar igualmente que no todos los niños malcriados tienen comportamientos violentos, aunque estos realmente priman. Lo cierto es que la mala educación puede ser manifestada en otros términos. Sobre todo si el niño tiene un alto nivel de inteligencia y entiende el modo de manipular a sus padres. Los niños muy mimados no necesitan llegar a extremos para conseguir sus propósitos. Y para sus padres puede ser el más disciplinado de los niños. Sin embargo, esta situación también dista mucho de ser normal o aceptable.
¿Quién manda?
Muchos niños recurren con frecuencia al llanto para lograr objetivos banales. Pero de lo que realmente se trata en estos casos es de establecer un dominio. Este tipo de situaciones pueden comenzar por la exigencia de cambiar de lugar en la mesa. O simplemente obtener un vaso diferente, pero siempre con el mismo propósito ulterior.
Lo cierto es que, con estas actitudes, aparentemente inofensivas, se está cuestionando nuestra autoridad como padres. Cuando corremos ante el llanto enojado de un niño, básicamente le estamos diciendo que es el quien manda. Algo que con el tiempo creará mayores dificultades para la familia. Pero especialmente para el niño que no estará capacitado para una interacción social adecuada.
Si el niño crece creyéndose merecedor de todo y obteniéndolo todo por medio del chantaje, tratara de reproducir estos esquemas en la escuela y otros medios sociales. Sin embargo, lo que se vuelve obligación en la casa, seguramente no va a ser tolerado por otras personas. Por lo tanto, al ceder ante un vulgar y conocido berrinche, como manifestación de ira, y no establecer una línea clara de autoridad, estamos dañando el futuro de nuestros hijos.
¿Qué hacer ante niños malcriados?
Lo primero que debemos hacer ante un niño malcriado es terminar con las justificaciones. No podemos decir simplemente que “son cosas de niño”, “pobrecito el padece de…”. O lo más manido: “él no lo hace intencionalmente”. Este tipo de validación a un mal comportamiento solo genera irresponsabilidad. Mientras no seamos capaces de reconocer que nuestro hijo se comporta mal y que debemos hacer algo al respecto, nada cambiará.
Simplemente no hay que confundir los cuidados naturales y necesario que deben brindan los padres, con la sobreprotección que muchas veces se genera. Tampoco se trata de utilizar la violencia para establecer la autoridad. De hecho, pocas veces se consigue algo por medio de gritos o de golpes. Lo fundamental en estos casos radica en establecer una disciplina consistente.
Algunos errores educativos que frecuentemente se cometen, y dan lugar a los niños malcriados
Algunos padres consideran, erróneamente, que los niños no deben llorar. Corren ante la más mínima lagrima de sus hijos. Debemos decir que, siempre y cuando le demos la atención necesaria, no hay nada malo en dejarlo llorar cuando se comporta caprichosamente.
De igual modo ocurre con la palabra “no” y “espera”. Lamentablemente estas son consideradas por muchos como que deben emplearse lo menos posibles. Y de esta forma no causar supuesto traumas. Decir que no a tiempo es saludable para el niño. De hecho, él es quien tendrá que lidiar constantemente con las numerosas frustraciones que le impondrá la sociedad y la vida. Igualmente ocurre con la palabra espera, la que no tiene nada de malo y no nos convierte en padre abominables. Existen momentos en los que el niño tiene que esperar a que los padres pueden satisfacer sus propias necesidades. Está claro que al convertirnos en padres no perdemos la condición de seres humanos. Por lo tanto, tenemos que atender estas necesidades, sin que ello implique descuido al niño.
¿Y que hacer, en esta era digital, con los electrónicos?
No es bueno darle al niño aparatos electrónicos para mantener su atención presa de ellos. Ni es bueno correr a levantarlo cuando se cae, siempre y cuando no existan riegos. En ambos casos nos estaríamos moviendo hacia los extremos.
En el primer caso se estaría produciendo un abandono y apelando al facilismo. Lo que a la postre puede traer retrasos físicos y cognitivos. En el segundo se está negando al niño la posibilidad de aprender a levantarse por sí solo. Pero en ambos casos, mostramos una actitud incorrecta como padres a la hora de educar.
Y que decir de la disciplina…
La disciplina es la coordinación de actitudes con las cuales se instruye para desarrollar habilidades o conductas. A lo largo de la vida, todo niño tendrá que enfrentar disimiles situaciones en las que no estarán presentes sus padres. Situaciones en las que tendrá que ser capaz de seguir reglas y obedecer las instrucciones que se le imparten. En tal sentido, podemos ayudar a desarrollarse a nuestros hijos siguiendo reglas muy básicas.
Principios y Estrategias para establecer la disciplina
- Debemos Establecer reglas y límites bien claros, que deben ser la pauta de conducta en todo momento. Dichas reglas pueden escribirse y ser expuestas en la pared.
- Cuando su hijo tenga un mal comportamiento, adviértale y señale que ha comenzado a portarse mal. De ese modo le irá inculcando lo que es el autocontrol y le dará la posibilidad de corregir por sí mismo su comportamiento.
- Refuerce sobre todo el comportamiento positivo. Algo que se logra con los elogios y mostrando especial afecto cuando el niño mantiene una buena conducta.
- Eduque a su hijo de acuerdo con sus expectativas. Dedíquele tiempo al niño, converse con él lo suficiente háblele de los valores y normas que usted profesa.
- Prevenga las situaciones de conflicto. Recuerde que la mayoría de los problemas se producen como resultado de un estímulo. Por lo tanto, entender cuáles pueden ser las causas de una situación determinada y eliminar estas señales puede evitar que se produzcan ambientes que den lugar a una conducta inapropiada.
¿Es que acaso imponer castigos es un metodo valido para enfrentarnos a la conducta de niños malcriados?
- Cuando se viola una norma o regla previamente establecida, aplique un castigo de modo inmediato. Siempre teniendo en cuenta que el castigo sea adecuado.
- Sea coherente y haga exactamente lo que dijo que haría. No realice amenazas de ninguna clase, si usted ya dejó en claro las consecuencias de una acción determinada actué tal y como prometió.
- El castigo debe ajustarse a la infracción. No podemos establecer un castigo que supere la infracción cometida o que sea desmedido para la edad y condiciones del niño.
- Debemos asegurarnos que el castigo guarda relación con la infracción cometida. Ejemplo de ello sería la rotura de un artículo determinado por jugar en un área inadecuada, en cuyo caso el castigo es por jugar en el área inadecuada y no por la pérdida del producto.
- No imponga castigos de larga duración. El castigo no debe convertirse en una agonía para el niño, su función es meramente educativa.
- No castigue por amor propio. Tenga en cuenta que solo se debe castigar por aquello que afecta la formación del niño.
Algunos ejemplos de tácticas a seguir para lograr mantener la disciplina…
Estos principios deben estar acompañados de tácticas que nos permitan trasmitir al niño del mejor modo posible lo que se pretende de él. La paciencia, en estos casos, no se nos puede agotar. Por ello también le recomendamos
- Establecer prioridades. Pues existen cosas negociables y el niño puede llevar razón en determinadas situaciones.
- Si siente que pierde la paciencia retírese o espere a que regrese la calma.
- Explique, no critique. No realice juicios de valor, no de calificativos ofensivos ni realice comparaciones.
- Sea conciso. Dígale al niño de la manera más clara posible lo que usted desea.
- Refiérase solamente al tiempo presente y no saque a relucir situaciones pasadas.
- Restablezca la armonía, no permita que se generen resentimientos.
Los niños malcriados existen y existirán. ¡De la atención y educación que le demos depende en buena medida su futuro!