En dependencia de la personalidad de los niños y las situaciones a las que se van enfrentando, pueden surgir los temidos y frecuentes miedos infantiles. Estos empiezan a manifestarse a partir del primer año de vida cuando el pequeño comienza a tener una mayor noción de su entorno, pero se evidencian con más fuerza entre las edades de 4 a 6 años.
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Estos son parte del proceso de aprendizaje y en alguna medida son necesarios para que tome conciencia de los peligros reales que les rodean. Lo desconocido, los animales, la oscuridad o los ruidos fuertes son miedos ancestrales que la mayoría de los adultos hemos desarrollado de una manera u otra, y es normal que se hayan puesto en evidencia en algún momento del desarrollo infantil.
Pero la tarea de los padres y cuidadores es auxiliarles a que superen los miedos infantiles, para que no se transformen en fobias que les perjudiquen en su desempeño futuro.
Contenido
- 1 Los miedos infantiles más frecuentes
- 1.1 Miedo a dormir fuera del hogar
- 1.2 A la oscuridad
- 1.3 Los miedos a las personas que no conoce
- 1.4 Miedo a los animales
- 1.5 A las personas disfrazadas y los monstruos
- 1.6 Temor ante los ruidos fuertes
- 1.7 Miedos ante la separación
- 1.8 Temor al agua
- 1.9 Al médico y al dentista
- 1.10 Pesadillas y terrores nocturnos
- 1.11 Los miedos a la muerte
Los miedos infantiles más frecuentes
Cada niño es único y su entorno social y familiar puede influir en su comportamiento y puede desarrollar temor a infinidad de situaciones, objetos o circunstancia. Pero a continuación describiremos algunos miedos infantiles que son muy frecuentes y que puede ser que nosotros mismos los hemos sentido en alguna ocasión. Estos son:
Miedo a dormir fuera del hogar
Quedarse en casa de un amigo, en un campamento o en la cama ajena de un hotel puede ser para el niño toda una aventura divertida, pero también fuente de miedos infantiles. Sentirse en un entorno que no es el que está acostumbrado puede estresarle hasta el punto de generar temor.
Para que esto no ocurra, como padres debemos involucrarle en la aventura. Hacérselo saber de antemano, hablar de cuán importante es esta experiencia para hacerse mayorcito, decirle cuan divertida es la experiencia de dormir en otra camita. Al mismo tiempo, hacerle saber que si hay cualquier problema puede comunicarse con nosotros, ya sea que durmamos cerca o que lo puede hacer por teléfono para darle seguridad.
Lo importante es trasmitirle que la experiencia de dormir fuera le permitirá hacer actividades que de otra forma no podría realizar, de forma que sus ganas superen sus miedos.
A la oscuridad
Este es uno de los más comunes, que aparece alrededor de los 2 años de edad. En completa oscuridad, el niño tiene miedo pues se siente desorientado y su fértil imaginación le hace ver cosas peligrosas ante cualquier sonido o sombra.
Es conveniente que los niños nunca duerman en la total tiniebla: pon para ellos una luz tenue que les permita orientarse si se despiertan en mitad de la noche. Otra forma de evitar ese miedo es colocando en su habitación estrellas fosforescentes en el techo y las paredes, de forma que ellos asocien la oscuridad con la noche estrellada.
Los miedos a las personas que no conoce
Este es un temor de autoprotección que es bueno que el niño tenga en una medida saludable. Evita que el niño se marche con un desconocido, que puede que no tenga las mejores intenciones. Pero ya se convierte en algo problemático cuando se manifiesta con familiares o amigos que no ve de forma regular.
En estos casos, la conducta a seguir debe ser permanecer cerca del extraño con un comportamiento normal y amistoso, para que el niño se percate de que la persona es un conocido y es seguro interactuar con él. En casos extremos, debemos conversar primero con la persona para alertarle de que el niño le teme. Así, el “desconocido” podrá ir conversando con el pequeño sobre cosas que a él le gusten, y así poco a poco irá entrando en confianza y perderá el temor.
Miedo a los animales
Normalmente un niño no temerá a un animal como un gato o un perro, sino que este fomentará su curiosidad del niño, y tratarán de acercarse a ellos y acariciarlos. El miedo aparece cuando el animal se comporta de forma agresiva, o que el menor entiende como una agresión. Si generamos tranquilidad, el niño perderá el miedo.
A las personas disfrazadas y los monstruos
Los niños pueden asustarse con facilidad de las personas disfrazadas, porque en realidad no pueden adivinar quién es la persona detrás de la máscara. Para que no se asuste, hay que explicarle que en el monstruo hay una persona. Quizás otra solución sea dejar que se pruebe la máscara, para que sepa que es solo un complemento de un disfraz.
Temor ante los ruidos fuertes
Con las tormentas o los fuegos artificiales, el pequeño puede asustarse y sentir la necesidad de ser protegido. Para que no se sienta asustado de los ruidos fuertes, lo mejor es tomarlo como un juego divertido.
Miedos ante la separación
Cuando el niño se siente separado de una figura protectora como el padre o la madre, la situación puede provocarle pánico. En estos casos, él se ha formado la idea que no los va a volver a ver y se van a quedar solos para siempre.
Para vencerlo, haz salidas cortas para que él vea que no pasa nada por no verte un rato. Esto les dará una sensación de confianza.
Temor al agua
El miedo al agua es intrínseco al humano, porque sabemos que no podemos respirar bajo ella. Aparece en nuestros niños tras una experiencia traumática con ella, por lo que los adultos no debemos sumergir a la fuerza el niño en ella ni forzarlos en contra de su voluntad.
Al médico y al dentista
Por muy necesario que resulte, muchos niños adquieren miedo a nuestros profesionales de salud. Además del miedo a lo desconocido, muchos procedimientos pediátricos involucran cierto nivel de dolor o incomodidad para el pequeño, experiencia que recordará para visitas futuras.
Pesadillas y terrores nocturnos
Aunque todos las tienen con más o menos frecuencia, los niños pueden llegar a no querer dormir por miedo a tener pesadillas. Estas generan pánico y ansiedad al despertarse, recordando el contenido de ellas. Aparecen en niños entre 3 y 7 años y se superan sin que sea necesario tratamiento psicológico.
Los terrores nocturnos no hacen que el niño se despierte, pero grita, suda y se angustia. Solo aparecen en el 5% de la población infantil y ocurren en la fase profunda del sueño. Cuando son despertados, los niños no recuerdan que han soñado.
Los miedos a la muerte
Este uno de los miedos infantiles frecuentes después de los cinco años, previamente el niño no tiene una percepción real del concepto de la muerte. Entre los cinco y los diez años de edad ya el niño asume que la muerte puede ser parte de su entorno y en particular el miedo a la muerte de sus familiares más allegados.
A partir de los diez años es cuando realmente el niño adquiere la consciencia de que la muerte es parte de su mundo real y es algo irreversible. Admite la posibilidad real que afecte a amigos y familiares o también a el mismo.
De todas formas, ten en cuenta lo que te hemos dicho al principio, cada niño afrontará de un modo u otro el miedo a la muerte, dependiendo de su nivel cognitivo y de su madurez. Así que, realmente, es difícil saber cómo van a actuar hasta que no se viva la situación, pero lo más importante es prestarle la debida atención.
Ten presente que solo hemos abordado algunos de los miedos infantiles, pero la variedad de situaciones y objetos que pueden desencadenarlo son imposibles de describir, puede ser un juguete, un payaso, una esquina oscura de la casa, así que observa las reacciones de tu hijo para que puedas ayudarlo a enfrentar los miedos infantiles.
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